Page 128 - Fahrenheit 451
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-Ella lo veía todo. Nunca hizo daño a nadie. Sólo los pruebas las consecuencias, ya es demasiado tarde, ¿ver
dejaba tranquilos. dad, Montag?
-¿Tranquilos? ¡Narices! Revoloteaba a tu alrededor, -Montag, ¿puede marcharse, echar a correr? -pre
¿verdad? Uno de esos malditos seres cargados de buenas guntó Faber.
intenciones y con cara de no haber roto nunca un plato, Montag anduvo, pero no sintió cómo sus pies tocaban
cuyo único talento es hacer que los demás se sientan cul el cemento ni el césped. Beatty encendió su encendedor y
pables. ¡Aparecen como el sol de medianoche para ha la pequeña llama anaranjada fascinó a Montag.
cerle sudar a uno en la cama! -¿ Qué hay en el fuego que lo hace tan atractivo? No
La puerta de la casa se abrió; Mildred bajó los escalo importa la edad que tengamos, ¿qué nos atrae hacia él?
nes corriendo, con una maleta colgando rígidamente de -Beatty apagó de un soplo la llama y volvió a encen
una mano, en tanto que un taxi se detenía junto al bor derla-. Es el movimiento continuo, lo que el hombre
dillo. quiso inventar, pero nunca lo consiguió. O el movi
-¡Mildred! miento casi continuo. Si se la dejara arder, lo haría du
Ella cruzó corriendo, con el cuerpo rígido, el rostro rante toda nuestra vida. ¿Qué es el fuego? Un misterio.
cubierto de polvos, la boca invisible, sin carmín. Los científicos hablan mucho de fricción y de moléculas.
-¡Mildred, no has sido tú quien ha dado la alarma! Pero en realidad no lo saben. Su verdadera belleza es que
Ella metió la maleta en el taxi, subió al vehículo y se destruye responsabilidad y consecuencias. Si un pro
sentó, mientras murmuraba: blema se hace excesivamente pesado, al fuego con él.
-¡Pobre familia, pobre familia! ¡Oh! ¡Todo perdido, Ahora, Montag, tú eres un problema. Y el fuego te qui
todo, todo perdido ... ! tará de encima de mis hombros, limpia, rápida, segura
Beatty cogió a Montag por un hombro, mientras el mente. Después, nada quedará enraizado. Antibiótico,
taxi arrancaba veloz y alcanzaba los cien kilómetros por estético, práctico.
hora antes de llegar al extremo de la calle. Montag se quedó mirando aquella extraña casa, que la
Se produjo un chasquido, como el de la caída de los hora de la noche, los murmullos de los vecinos, y el cris
fragmentos de un sueño confeccionado con cristal, espe tal quebrado habían convertido en algo ajeno a él; y allí
jos y prismas. Montag se volvió como si otra incompren en el suelo, con las cubiertas desgarradas y esparcidas
sible tormenta le hubiese sacudido, y vio a Stoneman y a como plumas de cisnes, yacían los increíbles libros que
Black que, empuñando las hachas, rompían los cristales parecían tan absurdos. Verdaderamente, era indigno
de las ventanas para asegurar una buena ventilación. preocuparse por ellos, porque no eran más que rayitas
El roce de las alas de una mariposa contra una fría y negras, papel amarillento y encuadernación semides
negra tela metálica. hecha.
-Montag, aquí Faber. ¿Me oye? ¿Qué ocurre? Mildred, desde luego. Debió vigilarle cuando escondía
-Esto me ocurre a mí -dijo Montag. los libros en el jardín, y había vuelto a entrarlos. Mildred,
-¡Qué terrible sorpresa! -dijo Beatty-. Porque ac- Mildred.
tualmente todos saben, están totalmente seguros, de que -Quiero que seas tú quien realice ese trabajo, Mon
nunca ha de ocurrirme a mí. Otros mueren y yo sigo ade tag. Tú solo. No con petróleo y una cerilla, sino a mano,
lante. No hay consecuencias ni responsabilidades. Pero sí con un lanzallamas. Es tu casa y tú debes limpiarla.
las hay. Mas no hablemos de ellas, ¿eh? Cuando com- -¡Montag, procure huir, marcharse!
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