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India Meridional seguiría en calma, pero que, en cambio, se desencadenaría

               una ofensiva eurasiática muy pronto en África del Norte. Como quiera que el
               alto mando de Eurasia había iniciado su ofensiva en la India del Sur y había
               dejado tranquila al África del Norte, era por tanto necesario escribir un nuevo
               párrafo del discurso del Gran Hermano, con objeto de hacerle predecir lo que
               había  ocurrido  efectivamente.  Y  en  el  Times  del  19  de  diciembre  del  año

               anterior  se  habían  publicado  los  pronósticos  oficiales  sobre  el  consumo  de
               ciertos  productos  en  el  cuarto  trimestre  de  1983,  que  era  también  el  sexto
               grupo  del  noveno  plan  trienal.  Pues  bien,  el  número  de  hoy  contenía  una
               referencia  al  consumo  efectivo  y  resultaba  que  los  pronósticos  se  habían
               equivocado muchísimo. El trabajo de Winston consistía en cambiar las cifras
               originales  haciéndolas  coincidir  con  las  posteriores.  En  cuanto  al  tercer
               mensaje, se refería a un error muy sencillo que se podía arreglar en un par de

               minutos. Muy poco tiempo antes, en febrero, el Ministerio de la Abundancia
               había  lanzado  la  promesa  (oficialmente  se  le  llamaba  «compromiso
               categórico») de que no habría reducción de la ración de chocolate durante el
               año 1984. Pero la verdad era, como Winston sabía muy bien, que la ración de
               chocolate sería reducida, de los treinta gramos que daban, a veinte al final de

               aquella semana. Como se verá, el error era insignificante y el único cambio
               necesario  era  sustituir  la  promesa  original  por  la  advertencia  de  que
               probablemente habría que reducir la ración hacia el mes de abril.

                   Cuando Winston tuvo preparadas las correcciones las unió con un clip al
               ejemplar del Times que le habían enviado y los mandó por el tubo neumático.
               Entonces,  con  un  movimiento  casi  inconsciente,  arrugó  los  mensajes
               originales y todas las notas que él había hecho sobre el asunto y los tiró por el

               «agujero de la memoria» para que los devoraran las llamas.

                   Él no sabía con exactitud lo que sucedía en el invisible laberinto adonde
               iban a parar los tubos neumáticos, pero tenía una idea general. En cuanto se
               reunían y ordenaban todas las correcciones que había sido necesario introducir
               en  un  número  determinado  del  Times,  ese  número  volvía  a  ser  impreso,  el
               ejemplar primitivo se destruía y el ejemplar corregido ocupaba su puesto en el

               archivo.  Este  proceso  de  continua  alteración  no  se  aplicaba  sólo  a  los
               periódicos, sino a los libros, revistas, folletos, carteles, programas, películas,
               bandas  sonoras,  historietas  para  niños,  fotografías,  es  decir,  a  toda  clase  de
               documentación  o  literatura  que  pudiera  tener  algún  significado  político  o
               ideológico. Diariamente y casi minuto por minuto, el pasado era puesto al día.
               De  este  modo,  todas  las  predicciones  hechas  por  el  Partido  resultaban
               acertadas  según  prueba  documental.  Toda  la  historia  se  convertía  así  en  un

               palimpsesto, raspado y vuelto a escribir con toda la frecuencia necesaria. En
               ningún caso habría sido posible demostrar la existencia de una falsificación.
               La  sección  más  nutrida  del  Departamento  de  Registro,  mucho  mayor  que
               aquella donde trabajaba Winston, se componía sencillamente de personas cuyo
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