Page 219 - La Casa de Bernarda Alba
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DOÑA ROSITA LA SOLTERA
por quién se llora, es suspirar por alguien que uno sabe que no se
merece los suspiros. Es una herida abierta que mana sin parar un
hilito de sangre, y no hay nadie, nadie en el mundo, que traiga los
algodones, las vendas o el precioso terrón de nieve.
TÍA: -¿Qué quieres que yo haga?
AMA: -Que nos lleve el río.
TíA: -A la vejez todo se nos vuelve de espaldas.
AMA: -Mientras yo tenga brazos nada le faltará.
TíA (Pausa. Muy bajo, como con vergüenza): -Ama, ¡ya no puedo
pagar tus mensualidades! Tendrás que abandonarnos.
AMA: -¡Huuy! ¡Qué airazo entra por las ventanas! ¡Huuy ... ! ¿O
será que me estoy volviendo sorda? Pues ... ¿y las ganas que me
entran de cantar? ¡Como los niños que salen del colegio! (Se oyen
voces infantiles). ¿Lo oye usted, señora? Mi señora, más señora que
nunca. (La abraza).
TíA: -Oye.
AMA: -Voy a guisar. Una cazuela de jureles perfumada de hinojos.
TíA: -¡Escucha!
AMA: -¡ Y un monte nevado! Le voy a hacer un monte nevado
con grageas de colores.
TíA: -¡Pero mujer!. ..
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