Page 65 - De Victoria para Alejandro
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Victoria se levantó y siguió a su tía hasta
la habitación de Miriam. Su tía se sentó y le señaló
un asiento con un gesto de la mano.
-Siéntate, Victoria. No he tenido mucho
\ tiempo para hablarte desde que has llegado. No
quiero reñirte. No me importa que habléis con los
chicos, no soy tan estricta como los hombres de
esta casa; sin embargo, hay algo que tengo que
preguntarte: ¿Vendrás mañana con nosotros a
Qumrán?
-Sí, claro.
-¿No estarás con la menstruación?
-¡Tía Juana!
Victoria se sentía sofocada hasta las ore
jas. Su tía Juana siguió sin advertir su turbación.
-Es algo que debo advertirte; tu eres ro
mana y no conoces las costumbres judías. Si tu
\, madre hubiese vivido habría sido distinto, pero así,
te han criado como una muchacha romana. Habrás
visto que no te he dejado que tocases la comida.
Las reglas de la pureza son muy estrictas y es
preferible que aprendas poco a poco. Está escrito
en la ley y es costumbre en nuestro pueblo que
cuando una mujer tiene su menstruación, queda
manchada durante siete días; y el que la toque es
impuro hasta la tarde; el sitio donde se acueste o
donde se siente, su cama o sus vestidos son impu
ros y nadie puede tocarlos. Por tanto, cuando te
suceda, te quedarás en tu habitación durante siete
días, sin tocar nada que puedas contaminar. La
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