Page 64 - De Victoria para Alejandro
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-Mi familia sabe dónde está la luz. No
todos pueden dejarlo todo y vivir toda su vida en
el monasterio. Está escrito: «Los que viven en cam
pos, según la costumbre del país, si se casan y
engendran hijos, que lo hagan de acuerdo con la
Ley, conforme a lo ordenado por la Ley».
-Jesús de Nazaret ha venido a redimirnos
de la Ley. La Ley era nuestro tutor hasta que
viniera Cristo. Ahora somos libres.
-Me gustaría hablar contigo de tu Cristo.
Creo que en cierta forma es uno de los profetas de
Israel.
-Nosotros creemos que es el Mesías.
-En Qumrán esperamos y oramos por el
día de la batalla final entre los hijos de la luz y los
hijos de las tinieblas. Entonces aparecerá el Me
sías. Mientras tanto, rezamos y trabajamos. No
poseemos bienes y no tenemos mujer. Obedecemos
a los superiores, que son los sacerdotes legítimos.
-Los del templo de Jerusalén ¿no lo son?
-preguntó Victoria tras una pausa.
-Ha habido demasiadas influencias en los
nombramientos. Los distintos rey�s, y ahora los
procuradores romanos, buscan sumos sacerdotes
sometidos a su autoridad, en lugar de a Dios.
U na sombra se materializó en la azotea.
La tía Juana se dirigió al grupo en la esquina.
-¿Sois vosotros, muchachos? Tened en
cuenta que mañana tenéis que levantaros al ama
necer. Victoria, tengo que hablarte.