Page 59 - De Victoria para Alejandro
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        esta iglesia,  ya que ellos tenían sus propias tradicio­                                    Siete
        nes orales.  Luego nos hemos reunido para rezar y
        partir  el  pan;  son muy  pobres  y -sus  viudas  pasan
        mucha  hambre;  les  he  dejado  el  donativo  que  me
        entregaste de parte de los hermanos, aunque me ha
        parecido que tenían algún reparo en aceptar dinero
        de la comunidad romana y de manos de una mujer
        medio romana.                                                                 Toda la casa estaba alterada por la marcha
                 También he conocido a Marta de Betania.                     de Judas al monasterio. El muchacho había pasado
        Es una anciana todavía enérgica y bella que gobier­                  ya los dos años de noviciado y con ocasión de la
        na su casa como si fuese más joven. Ella, en cambio,                 fiesta de Pentecostés haría su compromiso formal.
        se  ha  mostrado  muy  interesada  por  mi  rollo  del                        El tío Simeón había preparado una autén­
        Evangelio. Le voy a hacer una copia y mientras, ella                 tica caravana para acompañar a su hijo. También
        me 'Contará hechos del Señor que nadie más conoce;                   se  habían  preparado  los  documentos  necesarios
        ¡qué maravilloso · tiene que ser haberle conocido en                 para que Judas cediese al monasterio su parte en
        persona! Me ha dicho que, en ocasiones, en su mismo                  la casa de su padre. Victoria había visto la agita­
        patio,  jugó  con  mi  madre  y  los  otros  niños  a  las           ción  de  las  mujeres  preparando  comida  para  el
        adivinanzas. Quería mucho a los niños.                               viaje  -no  la  dejaban  ayudar- y  había  oído  los
                 Nos  hubiese  bendecido  a  ti  y  a  mi,  estoy            comentarios en la cocina.
        segura.                                                                      Cuando aquella noche Miriam y ella subie­
                 Recibe todo mi amor y saluda a todos los de                 ron a la azotea, advirtieron unas sombras en una
        tu casa.  Os recuerdo a todos y a la iglesia de f ormá               de  las  esquinas.  Victoria  se  quedó  parada  en la
        especial en mis oraciones.                                           puerta, pero Miriam dijo:
                 Te ama.                                                             -No te preocupes, son mis hermanos.

                                                VICTORIA                             Con  los  almohadones  bajo  el  brazo  se
                                                                             acercaron al  grupo.  Estaban los tres muchachos.
                                                                             Victoria los había visto tras su padre el día de su
                                                                             llegada, pero ni siquiera se los habían presentado.
                                                                             Luego, la rígida organización de la casa, los distin-
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