Page 36 - De Victoria para Alejandro
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,, Cuatro ..
Jerusalén brillaba blanca y dorada. Los
muros del templo refulgían como si fuesen de oro;
un indefinible olor a polvo, calor y a rebaños de
ovejas, mezclado con el aroma de las plantas flore
cidas en los jardines y en los huertos parecía sobre
pasar la ciudad, que no estaba muy limpia. A Vic
toria le resultaron pequeñas y estrechas las calles
que trepaban hacia las colinas que formaban la
parte más antigua de la ciudad.
No tuvo tiempo de contemplar nada más.
Envuelta en su manto oscuro, como había manda
do el tío José, y escondida con su criada en el carro
cubierto, apenas pudo atisbar algo por las cortinas.
En la boca del estómago sentía temor al encuentro
con el resto de su familia a la que no conocía.
La anciana Prisca preguntó:
-¿Con quién nos vamos a encontrar, niña?
-Vamos a casa del hermano del tío José,
mi tío Simeón. Los dos eran hijos del abuelo y
hermanastros de mi madre. Son hijos de la abuela
Ana, la segunda mujer del abuelo. Creo que la
anciana Ana vive todavía en casa del tío Simeón.