Page 158 - Cuentos de Amor locura y Muerte
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Pero era menester concluir, y me volví: Ella estaba a mi HORACIO QUIROGA
lado, y en sus ojos -como en un relámpago, de felicidad esta
v z- vi en sus ojos resplandecer, marearse, sollozar, la luz de
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humecta dicha que creía muerta ya.
-¡María Elvira! -grité, creo-. ¡Mi amor querido!
.
¡M1 alma adorada!
Y ella, en silenciosas lágrimas de tormento concluido
vencida, entregada, dichosa, había hallado por fin sobre mi Horacio Quiroga nació en 1878 en Salto, Uruguay, de padre
pecho postura cómoda a su cabeza.
Y nada más. ¿Habrá cosa más sencilla que todo esto? Yo argentino y madre uruguaya. Provenía de una familia acomodada.
he sufrido, es bien posible, llorado, aullado de dolor;. debo A los seis meses de edad tuvo su primer suceso trágico: su padre
creerlo porque así lo he escrito. ¡Pero qué endiabladamente murió de un disparo accidental cuando regresaba de una cacería.
lejos está todo eso! Y tanto más lejos, porque -y aquí está lo Desde entonces su vida, colmada de hechos trágicos, transcurriría
más gracioso de esta nuestra historia- ella está aquí, a mi
lado, leyendo con la cabeza sobre la lapicera lo que escribo. Ha yendo y viniendo entre distintas ciudades de Argentina y Uru-
protestado, bien se ve, ante no pocas observaciones mías· en guay.
honor del arte literario en que nos hemos engolfado con t�nta De carácter inquieto y rebelde, cuando joven se interesó por
frescura, se resigna como buena esposa. Por lo demás, ella la fotografía, el ciclismo, la química, la cerámica y las actividades
ere conmigo que la impresión general de la narración, recons
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trmda po etapas, es un reflejo bastante acertado de lo que literarias.
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pasó, sent1mos y sufnmos. Lo cual, para obra de un ingeniero, En 1900 viajó a París, donde tomó contacto con escritores del
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no esta del todo mal. movimiento modernista, entre otros con Rubén Daría y Antonio
En este momento María Elvira me interrumpe para
. Machado.
decirme que la última línea escrita no es verdad: Mi narración A su regreso se estableció en Montevideo, donde fue uno de
no sólo no está del todo mal, sino que está bien, muy bien. Y
c mo argum nto irrefutable me echa los brazos al cuello y me los fundadores del primer cenáculo modernista del Uruguay (Con
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mira, no sé s1 a mucho más de cinco centímetros. sistorio del Gay Saber). A fines de 1902 vivió otro de los aconte
-¿Es verdad? -murmura, o arrulla, mejor dicho. cimientos trágicos de su existencia: mató accidentalmente a uno
-¿Se puede poner arrulla? -le pregunto. de sus íntimos amigos mientras revisaba con éste un arma.
-¡Sí, y esto, y esto! -Y me da un beso.
¿Qué más puedo añadir? Hacia 1903, Quiroga participó como fotógrafo en una gira
por las antiguas misiones religiosas del Uruguay. Así descubrió
las regiones selváticas que serían el escenario de muchos de sus
cuentos.
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