Page 159 - Cuentos de Amor locura y Muerte
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Pero era menester concluir, y me volví: Ella estaba a mi   HORACIO QUIROGA
 lado, y en sus ojos -como en un relámpago, de felicidad esta
 v z- vi en sus ojos resplandecer, marearse, sollozar, la luz de
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 humecta dicha que creía muerta ya.
 -¡María Elvira!  -grité,  creo-.  ¡Mi  amor  querido!
 .
 ¡M1 alma adorada!
 Y ella, en silenciosas lágrimas de tormento concluido
 vencida, entregada, dichosa, había hallado por fin sobre mi   Horacio Quiroga nació en 1878 en Salto, Uruguay, de padre
 pecho postura cómoda a su cabeza.
 Y nada más. ¿Habrá cosa más sencilla que todo esto? Yo   argentino y madre uruguaya. Provenía de una familia acomodada.
 he sufrido, es bien posible, llorado, aullado de dolor;. debo   A los seis meses de edad tuvo su primer suceso trágico: su padre
 creerlo porque así lo he escrito.  ¡Pero qué endiabladamente   murió de un disparo accidental cuando regresaba de una cacería.
 lejos está todo eso! Y tanto más lejos, porque -y aquí está lo   Desde entonces su vida, colmada de hechos trágicos, transcurriría
 más gracioso de esta nuestra historia- ella está aquí, a mi
 lado, leyendo con la cabeza sobre la lapicera lo que escribo. Ha   yendo  y viniendo  entre distintas ciudades de Argentina y Uru-
 protestado, bien se ve, ante no pocas observaciones mías· en   guay.
 honor del arte literario en que nos hemos engolfado con t�nta   De carácter inquieto y rebelde, cuando joven se interesó por
 frescura, se resigna como buena esposa. Por lo demás, ella   la fotografía, el ciclismo, la química, la cerámica y las actividades
 ere conmigo que la impresión  general de la  narración, recons­
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 trmda po etapas, es un reflejo bastante acertado de lo que  literarias.
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 pasó, sent1mos y sufnmos. Lo cual, para obra de un ingeniero,  En 1900 viajó a París, donde tomó contacto con escritores del
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 no esta del todo mal.   movimiento modernista, entre otros con Rubén Daría y Antonio
 En  este  momento  María  Elvira  me  interrumpe  para
 .      Machado.
 decirme que la última línea escrita no es verdad: Mi narración   A su regreso se estableció en Montevideo, donde fue uno de
 no sólo no está del todo mal, sino que está bien, muy bien. Y
 c mo argum nto irrefutable me echa los brazos al cuello y me   los  fundadores del primer cenáculo modernista del Uruguay (Con­
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 mira, no sé s1 a mucho más de cinco centímetros.   sistorio del Gay Saber). A fines de 1902 vivió otro de los aconte­
 -¿Es verdad? -murmura, o arrulla, mejor dicho.  cimientos trágicos de su existencia: mató accidentalmente a uno
 -¿Se puede poner arrulla? -le pregunto.  de sus íntimos amigos mientras revisaba con éste un arma.
 -¡Sí, y esto, y esto! -Y me da un beso.
 ¿Qué más puedo añadir?  Hacia  1903, Quiroga participó como fotógrafo en una gira
         por las antiguas misiones religiosas del Uruguay. Así descubrió
         las regiones selváticas que serían el escenario de muchos de sus

         cuentos.
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