Page 137 - Cuentos de Amor locura y Muerte
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lla obsesión a cuarenta y un grados. La enferma tiene constan
temente fijos los ojos en la puerta, pero no llama a nadie. Su -Mamá lo llama -dijo al médico. Y volviéndose a mí,
estado nervioso se resiente de esa muda ansiedad que la está con una sonrisa forzada:
matando, y desde ayer hemos pensado con mis colegas en -¡¿Lo enteró Ayestarain de lo que pasa? ... Sería cosa de
calmar eso ... No puede seguir así. ¿ Y sabe usted --conclu volverse loco con otra persona ...
yó- a quién nombra cuando el sopor la aplasta? Esto de otra persona merece una explicación. Los Funes,
-No sé ... -le respondí, sintiendo que mi corazón y en particular la familia de que comenzaba yo a formar tan
cambiaba bruscamente de ritmo. ridícula parte, tienen un fuerte orgullo; por motivos de abolen
go, supongo, y poi su fortuna, que me parece lo más probable.
-A usted -me dijo, pidiéndome fuego. Siendo así, se daban por pasablemente satisfechos de que las
Quedamos, bien se comprende, un rato mudos. fantasías amorosas del hermoso retoño se hubieran detenido
-¿No entiende todavía? -dijo al fin. en mí, Carlos Durán, ingeniero, en vez de mariposear sobre un
-Ni una palabra ... -murmuré aturdido, tan aturdido sujeto cualquiera de insuficiente posición social. Así, pues,
como puede estarlo un adolescente que a la salida del teatro ve agradecí en mi fuero interno el distingo de que me hacía honor
a la primera gran actriz que desde la penumbra del coche el joven patricio.
mantiene abierta hacia él la portezuela ... Pero yo tenía ya casi -Es extraordinario ... -recomenzó Luis María, hacien
treinta años, y pregunté al médico qué explicación se podía dar do correr con disgusto los fósforos sobre la mesa. Y en un
a eso. momento después, con una nueva sonrisa forzada:
-¿Explicación? Ninguna. Ni la más mínima. ¿Qué -¿No tendría inconveniente en acompañarnos un rato?
quiere usted que se sepa de eso? Ah, bueno ... Si quiere una a ¿Ya sabe, no? Creo que vuelve Ayestarain ...
toda costa, supóngase que en una tierra hay un millón, dos En efecto, éste entraba.
millones de semillas distintas, como en cualquier parte. Viene �Empieza otra vez ... -Sacudió la cabeza, mirando
un terremoto, remueve como un demonio todo eso, tritura el únicamente a Luis María. Luis María se dirigió entonces a mí
resto, y brota una semilla, una cualquiera, de arriba o del con la tercera sonrisa forzada de esa noche:
fondo, lo mismo da. Una planta magnífica ... ¿Le basta eso? No -¿Quiere que vayamos?
podría decirle una palabra más. ¿Por qué usted, precisamente, -Con mucho gusto -le dije. Y fuimos.
que apenas la conóce y a quien la enferma no conoce tampoco Entró el médico sin hacer ruido, entró Luis María, y por fin
más, ha sido en su cerebro delirante la semilla privilegiada? entré yo, todos con cierto intervalo. Lo que primero me chocó,
¿Qué quiere que se sepa de esto? aunque debía haberlo esperado, fue la penumbra del dormitorio.
Sin duda ... -repuse a su mirada siempre interrogante, La madre y la hermana de pie me miraron fijamente, respon
sintiéndome al mismo tiempo bastante enfriado al verme diendo con una corta inclinación de cabeza a la mía, pues creí no
convertido en sujeto gratuito de divagación cerebral, primero, deber pasar de allí. Ambas me parecieron mucho más altas. Miré
y en agente terapeútico, después. la cama, y vi, bajo la bolsa de hielo, ·1os ojos abiertos vueltos a
En ese momento entró Luis María. mí. Miré al médico, titubeando, pero éste me hizo una impercep
tible seña con los ojos, y me acerqué a la cama.
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