Page 91 - Narraciones extraordinarias
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callejón, y luego, doblando otra vez, llegamos a la parte pos-·   haber encontrado allí más que el cuerpo de Mademoiselle
 terior del edificio, mientras Dupin examinaba todos los alre­  L'Espanaye; por no vislumbrar la forma de que alguien haya
 dedores y la casa, con una minuciosidad cuyos fines no podía   abandonado el cuarto piso, sin que le viesen las personas que
 comprender.   subían por las escaleras. El impresionante desorden de la ha­
 Después nos volvimos por donde habíamos venido, hasta   bitación, el cadáver introducido con la cabeza abajo en la chi­
 la fachada del edificio. Llamamos, mostramos nuestros per­  menea, la espantosa mutilación del cuerpo de la anciana, y
 misos, y los agentes de guardia nos dejaron pasar sin objecio­  otras consideraciones ya mencionadas, han bastado para que
 nes. Nos dirigimos a la habitación donde habían encontrado   se paralicen sus facultades, haciendo fracasar por completo
 el cuerpo demademoiselle L'Espanaye, y en la que aún yacían   la tan pregonada perspicacia de los agentes del Gobierno.
 los cadáveres de las dos mujeres. El desorden en esta sala se   Han caído en el común y gran error de confundir lo imprevis­
 hallaba intacto, y Dupin lo fue escrudiñando todo, sin olvidar   to con lo abstruso. Pero, precisamente, por apartarse de lo
 los cuerpos de las víctimas. En seguida pasamos a las otras ha­  común es por dónde la razón tendría que hallar su camino pa­
 bitaciones y al patio. Un gendarme nos acompañó a los dife­  ra investigar la verdad. En indagaciones como la que ahora
 rentes  lugares.  Aquella  investigación  nos  ocupó  hasta  el   estamos efectuando, no tenemos sólo que preguntar qué ha
 anochecer.   ocurrido, sino qué ha ocurrido que no haya pasado jamás has­
 He dicho que las rarezas de mi amigo eran diversas. Así,   ta ahora. La facilidad con que yo he llegado a la solución de
 rehusó hablar del asesinato hasta el siguiente mediodía. En­  este enigma, va en razón directa con su aparente insolubili­
 tonces, súbitamente,  me preguntó si había observado algo   dad a los ojos de la policía.
 particular en el escenario del crimen.   Con mucho asombro clavé la mirada en los ojos de mi in­
 La manera cómo recalcó la palabra particular, me hizo es­  terlocutor.
 tremecer sin saber por qué.   -Ahora espero -continuó diciendo, mientras observa­
 -No, nada de particular -contesté-. Por lo menos no  ba la puerta de nuestra habitación -. estoy esperando a una
 más de lo que ambos leímos en el diario ...   persona que, aún cuando no haya sido quien perpetró esta
 -Me temo que La Gazette no ha penetrado en el horror  carnicería, bierÍ podría estar complicada, en cierta medida,
 inusitado del asunto -replicó él-. Yo pienso que si ese mis­  con el hecho. De la peor parte de estos crímenes, es posible
 terio parece insoluble es por la misma razón por la que de­  que resulte inocente. Espero no equivocarme en esta suposi­
 bería  ser  muy  fácil  de  resolver;  me  refiero  al  carácter   ción, porque en ella fundo mi esperanza de descifrar la ver­
 desmesurado de cuanto lo rodea. La policía está confundida   dad. Aguardo a un hombre aquí, en esta habitación, de un
 por la aparente falta de motivación, y no por las posibles cau­  momento a otro; también es posible que no venga, aunque lo
 sas de la atrocidad del asesinato; está confundidc ante la im­  más probable es que lo haga. Si viene hay que retenerlo. Te­
 posibilidad de conciliar esas voces que se oyeron arriba, y no   nemos pistolas, y ambos sabemos para qué sirven.


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