Page 295 - Narraciones extraordinarias
P. 295
piedras grises de la mansión de sus antepasados. La Magun t i nae.
sensibilidad de estas estaba cumplida, según él creía, por No podía dejar de pensar en el ritual de la lectura de
1 colocación de las piedras, por el orden en que se habí<lR_ aquel libro y su influencia en el hipocondríaco, cuando
�
dispuesto, por los hongos que las cubrían y, principalmente, una noche, tras informarme que Lady Madeline había
por su inmutabilidad y desdoblamiento en las quietas aguas muerto, me manifestó su intención de mantener el cuerpo
del estanque. La prueba de aquella sensibilidad se daba en unos quince días en una cripta familiar, antes del entierro
la leve pero evidente condensación de una atmósfera definitivo. El motivo de esta decisión no daba lugar a
especial en tomo a las aguas y los muros. El resultado se discusiones. U sher había decidido esto debido al carácter
descubría, para Usher, en la influencia terrible que durante extraño de la enfermedad de su hermana, a ciertas
años había modelado los destinos de la familia, y que lo investigaciones de los médicos y a la alejada y expuesta
volvían a él precisamente en aquello que él era. Dichas situación del panteón familiar. No puedo negar que al
opiniones no requieren comentarios. recordar el semblante del hombre con quien me encontré
Los libros que leímos durante este periodo estaban en en la escalera el día de mi llegada, evité oponerme a lo que
estricta relación con el carácter espectral del enfermo. me pareció una decisión inofensiva y natural.
Alguna de las obras que estudiamos son: el Verver e t Ayudé a mi amigo en los preparativos de la tumba
Chartreuse, de Gresset; el Belfegor, de Maquiavelo; Del momentánea. Juntos transportamos el cuerpo de la difunta
Cielo y del Infierno, de Swedenborg; El viaje submarino a su lugar de descanso. La cripta era pequeña, húmeda y
de Nicolás Klim , de Holberg; la Quiromancia, de Robert sin luz; llevaba cerrada tanto tiempo que las antorchas casi
Flud, Jean d'Indaginé y De la Chambre; el Viaje a la se apagaron en aquella atmósfera sofocante. Se ubicaba a
distancia azu l, de Tieck; y la Ciud a d del Sol, de gran profundidad justo bajo de mi dormitorio. Al parecer
Campanella. Nuestro libro favorito era un pequeño había sido ocupada en la época feudal como calabozo, y
volumen del Directorium Inquisitorium, del dominico más tarde como depósito de pólvora, pues el suelo y las
Eymeric de Gironne, que contenía algunos pasajes de paredes estaban cuidadosamente recubiertas de cobre. La
Pomponius Mela sobre viejos sátiros africanos y egipanes, inmensa puerta de hierro que cubría la entrada producía
con los cuales Usher soñaba horas enteras. Sin embargo, un chirrido agudo y singular cada vez que se movía.
lo que más deleitaba a mi amigo era la lectura de un rarísimo Una vez depositada la fúnebre carga sobre unos
libro gótico, un manual de una olvidada iglesia, llamado caballetes, descorrimos levemente la tapa del ataúd para
u
Vigilae Mort o r u m Sec u ndum Chorum Ec c lesiae mirar la cara de su ocupante. Lo primero que llamó mi
293
292