Page 120 - Narraciones extraordinarias
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resplandeciente virgen, llamada Leonora por los ángeles.                    Pero en la insondable calma el silencio callaba
         Ahora ya sin nombre, por la eternidad.                                      y la única palabra que allí se oía
                                                                                     era el balbuceo de un nombre: "¿Leonora?"
         El escalofriante y triste crujido                                           Lo musité en un susurro, y el eco
         de la seda de los rojos cortinajes                                          me lo devolvió en un murmullo:  ¡Leonora!
         me llenaba de fabulosos terrores                                            Esto fue todo, y nada más.
         nunca antes sentidos. Y ahora aquí, de pie,
         silenciando el latir de mi corazón,                                          Ya en mi habitación, mi alma entera,
         repito nuevamente:                                                          mi alma entera me quemaba por dentro.
         "Hay una visita en la puerta de mi habitación                               Pronto oí golpear nuevamente con más fuerza.
         que desea entrar. Una visita                                                 "Estoy seguro -me dije-, estoy seguro
         que desea entrar a mi habitación a deshoras.                                que algo ocurre en la reja de mi ventana.
         Eso es todo, y nada más".                                                    Permítete ver lo que allí ocurre
                                                                                      para que puedas penetrar en el misterio.
         Comencé entonces a animarme                                                  Permítete que tu corazón logre un instante de silencio
         y sin vacilaciones ya:                                                       para que puedas penetrar en el misterio".
         "Señor -dije-, o señora, le imploro que me perdone                           ¡Es sólo el viento, y nada más!
         pues cuando estando yo adormilado
         viniste tan silencioso a golpear,                                            Abrí la puerta de golpe
         a golpear a la puerta de mi habitación,                                     y entró, con un silencioso batir de alas,
         apenas creí que le oía".                                                    un majestuoso cuervo
         Abrí entonces de par en par la puerta:                                      de los santos días pasados,
         Oscuridad, y nada más.                                                      sin una pizca de reverencia
                                                                                      ni un momento de silencio,
         Escrutando a fondo aquella negrura                                          que con aires de gran señor o de gran dama
         estuve largo rato, asombrado, temeroso,                                      voló a posarse en el busto de Palas*,
         lleno de dudas, soñando sueños que ningún hombre
         jamás se haya atrevido ·a soñar.                                             * Palas (Palas Atenea): En la antigua grecia, diosa mitológica protec­
                                                                                      tora de la inteligencia.

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