Page 259 - Hamlet
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Escena XI
FORTIMBRÁS, DOS EMBAJADORES, HORACIO, ENRIQUE, SOLDADOS,
acompañamiento.
FORTIMBRÁS.- ¿En dónde está ese espectáculo?
HORACIO.- ¿Qué buscáis aquí? Si queréis ver desgracias espantosas, no paséis
adelante.
FORTIMBRÁS.- ¡Oh! Este destrozo pide sangrienta venganza... ¡Soberbia muerte!
¿Qué festín dispones en tu morada infernal, que así has herido con un golpe solo tantas
ilustres víctimas?
EMBAJADOR 1.º.- ¡Horroriza el verlo!... Tarde hemos llegado con los mensajes de
Inglaterra. Los oídos a quienes debíamos dirigirlos, son ya insensibles. Sus órdenes fueron
puntualmente ejecutadas: Ricardo y Guillermo perdieron la vida... Pero, ¿quién nos dará las
gracias de nuestra obediencia?
HORACIO.- No las recibiríais de su boca, aunque viviese todavía, que él nunca dio
orden para tales muertes. Pero, puesto que vos viniendo victorioso de la guerra contra
Polonia y vosotros enviados de Inglaterra, os halláis juntos en este lugar y os veo deseosos
de averiguar este suceso trágico: disponed que esos cadáveres se expongan sobre una tumba
elevada a la vista pública, y entonces haré saber al mundo que lo ignora el motivo de estas
desgracias. Me oiréis hablar (pues todo os lo sabré referir fielmente) de acciones crueles,
bárbaras, atroces sentencias que dictó el acaso estragos imprevistos, muertes ejecutadas con
violencia y aleve astucia y al fin, proyectos malogrados, que han hecho perecer a sus
autores mismos.
FORTIMBRÁS.- Deseo con impaciencia oíros, y convendrá que se reúna con este
objeto la nobleza de la nación. No puedo mirar sin horror los dones que me ofrece la
fortuna; pero tengo derechos muy antiguos a esta corona, y en tal ocasión es justo
reclamarlos.
HORACIO.- También puedo hablar en ese propósito, declarando el voto que pronunció
aquella boca, que ya no formará sonido alguno... Pero, ahora que los ánimos están en