Page 247 - Hamlet
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de tierra innumerables, hasta que estos campos tuesten su frente en la tórrida zona, y el alto
                  Ossa parezca en su comparación un terrón pequeño... Si me hablas con soberbia, yo usaré
                  un lenguaje tan altanero como el tuyo.

                       GERTRUDIS.- Todos son efectos de su frenesí, cuya violencia podrá agitarte por algún
                  tiempo; pero después, semejante a la mansa paloma cuando siente animada las mellizas
                  crías, le veréis sin movimiento y mudo.

                       HAMLET.- Óyeme: ¿cuál es la razón de obrar así conmigo? Siempre te he querido
                  bien... Pero nada importa. Aunque el mismo Hércules, con todo su poder, quiera estorbarlo,
                  el gato maullará y el perro quedará vencedor.

                       CLAUDIO.- Horacio, ve, no le abandones... Laertes, nuestra plática de la noche anterior
                  fortificará tu paciencia, mientras dispongo lo que importa en la ocasión presente... Amada
                  Gertrudis, será bien que alguno se encargue de la guarda de tu hijo. Esta sepultura se
                  adornará con un monumento durable. Espero que gozaremos brevemente horas más
                  tranquilas; pero, entretanto, conviene sufrir.






                  Escena IV




                  HAMLET, HORACIO




                  Salón del Palacio.




                       HAMLET.- Baste ya lo dicho sobre esta materia. Ahora quisiera informarte de lo demás;
                  pero, ¿te acuerdas bien de todas las circunstancias?

                       HORACIO.- ¿No he de acordarme, señor?

                       HAMLET.- Pues sabrás amigo, que agitado continuamente mi corazón en una especie
                  de combate, no me permitía conciliar el sueño, y en tal situación me juzgaba más infeliz
                  que el delincuente cargado de prisiones. Una temeridad... Bien que debo dar gracias a esta
                  temeridad, pues por ella existo. Sí, confesemos que tal vez nuestra indiscreción suele sernos
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