Page 22 - Hamlet
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HORACIO.- Es verdad, como se han celebrado inmediatamente.
HAMLET.- Economía, Horacio, economía. Aún no se habían enfriado los manjares
cocidos para el convite del duelo, cuando se sirvieron en las mesas de la boda... ¡Oh! yo
quisiera haberme hallado en el cielo con mi mayor enemigo, antes que haber visto aquel
día. ¡Mi padre!... Me parece que veo a mi padre.
HORACIO.- ¿En dónde, señor?
HAMLET.- Con los ojos del alma, Horacio.
HORACIO.- Alguna vez le vi. Era un buen Rey.
HAMLET.- Era un hombre tan cabal en todo que no espero hallar otro semejante.
HORACIO.- Señor, yo creo que le vi anoche.
HAMLET.- ¿Le viste? ¿A quién?
HORACIO.- Al Rey vuestro padre.
HAMLET.- ¿Al Rey mi padre?
HORACIO.- Prestadme oído atento, suspendiendo un rato vuestra admiración, mientras
os refiero este caso maravilloso apoyado con el testimonio de estos caballeros.
HAMLET.- Sí, por Dios, dímelo.
HORACIO.- Estos dos señores, Marcelo y Bernardo, le habían visto dos veces
hallándose de guardia, como a la mitad de la profunda noche. Una figura, semejante a
vuestro padre, armada según él solía de pies a cabeza, se les puso delante, caminando
grave, tardo y majestuoso por donde ellos estaban. Tres veces pasó de esta manera ante sus
ojos, que oprimía el pavor, acercándose hasta donde ellos podían alcanzar con sus lanzas;
pero débiles y casi helados con el miedo, permanecieron mudos sin osar hablarle. Diéronme
parte de este secreto horrible; voyme a la guardia con ellos la tercera noche, y allí encontré
ser cierto cuanto me habían dicho, así en la hora, como en la forma y circunstancias de
aquella aparición. La Sombra volvió en efecto. Yo conocí a vuestro padre, y es tan parecido
a él, como lo son entre sí estas dos manos mías.
HAMLET.- ¿Y en dónde fue eso?
MARCELO.- En la muralla de palacio, donde estábamos de centinela.
HAMLET.- ¿Y no le hablasteis?