Page 90 - Romeo y Julieta
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WILLL\."1 SII.\KL'iPE.\RE                                                     ROMEO Y JULIETA
                                                                                           .  ·······••"' . . . . .. . . . . .. ..... ..

                ¿Quién, sino tú, pelearía por ello? Tienes la cabeza llena de   más retirado, donde podamos satisfacer nuestros agravios,
                riñas como un huevo lo está de yema, aunque a ti te la han      0 si no, retirémonos. Todos nos están mirando.
                vaciado a punta de golpes. Peleas con el que casualmente        Mercucio: ¡Que lo hagan! Para eso tienen ojos. No me voy
                despierte a tu perro al pasar por la calle.  ¿No reñiste una    de aquí por darle gusto a nadie.
                vez con un sastre porque estrenó su ropa nueva antes de         Teobaldo: No eres tú quien me ha ofendido. Aquí viene
                Pascua de Resmrección? ¿ Y con otro porque ató sus zapatos      mi doncel, el que buscábamos.
                nuevos con cordones viejos? ¡Y pretendes que tu actitud no
                me parezca mal!                                                 (Entra Romeo).
                Benvolio:  Si yo fuera tan prudente como tú,  ¿quién me         Mercucio: ¡Que me maten si lleva los colores de tu escudo
               aseguraría más de un cuarto de hora de vida ... ? ¡Mira, aquí    familiar! Aunque de fijo él te seguirá al campo, y por eso le
               vienen los Capuleto!                                             llamas "mi doncel".
               Mercucio: ¡Y qué me importa, vive Dios!                          Teobaldo: Romeo, puedo expresar en sólo una palabra el
               (Entran Teobaldo y otros).                                       odio que te tengo: ¡infame!
                                                                                 Romeo: Teobaldo, sólo las razones que tengo para estimarte
               Teobaldo: No os apartéis de mí, pues a uno de ellos debo         pueden hacerme perdonar tu grosero saludo. Jamás he sido
               decirle dos palabras. ¡Buenas tardes, caballeros! Deseo hablar   infame. Tú no me conoces. Adiós.
               con uno de vosotros.

               Mercucio: ¿Sólo hablar con uno de nosotros? ¡Más valiera que     Teobaldo: Mozuelo, tu explicación no te excusa de haberme
                                                                                 ofendido. ¡Vamos, desenvaina!
               quisiérais hacer algo más, como dar un golpe, por ejemplo!
               Teobaldo: No dejaré de darlo si me dáis motivo.                   Romeo: Jamás te he ofendido. Por el contrario, ya verás
                                                                                 que tengo motivos para apreciarte. Vete en paz, buen Ca­
               Mercucio: ¿Y no encontraréis un motivo sin que os lo den?
                                                                                 puleto, apellido que estimo tanto como el mío, y date por
               Teobaldo: Mercucio, tú estás acorde con Romeo.                    desagraviado.

               Mercucio:  ¡Acorde!  ¿Qué nos tomáis por músicos?  Pues          Mercucio: ¡Qué deshonrosa y vil cobardía! El acero acabará
              entonces nos váis a oír desafinar. ¡Yo sacaré mi arco de violín    con ella.  (Desenvaina).  ¡En guardia, Teobaldo, cazador de
              y ya verás cómo bailas! ¡Válgame Dios, y a qué buen compás!        ratas!
              Benvolio: Aquí hay mucha gente. Vayámonos a un lugar              Teobaldo: ¿Yo? ¿Qué quieres de mí?


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