Page 58 - Romeo y Julieta
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ACTO II








                                                                                                         ESCENA 1
                                                                                           Calle de Verona, junto al  jardín de Capuleto


                                                                                    (Entra Romeo).
                                                                                    Romeo: ¿Cómo he de seguir mi camino si mi corazón está
                                                                                    aquí? Quédate, Romeo, y conquista la razón de tu vida.
                                                                                    (Trepa el muro  y salta al  jardín).
                                                                                    (Entran Benvolio  y Mercucio).

                                                                                    Benvolio: ¡Romeo, primo mío!
                                                                                    Mercucio: Espero que ya haya recobrado el juicio y se habrá
                                                                                    ido a su cama.
                                                                                    Benvolio: Le vi correr para acá y saltar la tapia de este jardín.
                                                                                    Llámale, Mercucio.
                                                                                    Mercucio: Le llamaré y voy a invocarle como si fuera el dia­
                                                                                    blo. ¡Romeo! ¡Amante insensato! ¡Loco! ¡Esclavo de la pasión!
                                                                                    Acudid en forma de suspiro y respondedme sólo con un verso.
                                                                                    Un verso en que rime "amor" con "dolor", en el que cortejes
                                                                                    a la madre del Amor y le pongas un sobrenombre a su ciego
                                                                                    hijo, Cupido, el que hirió con sus flechas al rey Cofetua, y le
                                                                                    enamoró de una mísera doncella. ¿Ves? ¡No me oye! ¡No me
                                                                                    contesta! ¡No da señales de vida! Sigue poseído y debemos
                                                                                    exorcizarle: ¡te conjuro por la bella Rosalía, por sus radiantes



                                                                                                                            , 59
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