Page 54 - Romeo y Julieta
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WILLIAM SHAKESPEARE ROMEO Y JULIE A
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mundo! Entre todas se destaca, como una blanca paloma Teobaldo: T í o, ¡pero esto e s una afrenta!
entre cuervos. En cuanto acabe esta pieza, me acercaré a
Capuleto: Calma, calma. Eres incorregible. ¿Así es que una
ella y ennobleceré mi mano al tomar la suya. ¿Estuve ena
afrenta? Tu falta de criterio puede costarte caro. Te lo digo
morado alguna vez? Niéguenlo mis ojos, que nunca han yo. ¿Me harás caso? ¡Tranquilizáos, hijos! Quieto ... ¡Traed
visto belleza igual.
luces! ¡No faltaba más! Yo te haré estarte quieto ... ¡Alegría,
Teobaldo: Esta voz me suena a l a de un Montesco. (A un criado). hijos, alegría!
¡Pronto, tráeme la espada! ¿Cómo se atreve ese canalla a venir
Teobaldo: ¡Mi cuerpo tiembla al chocar mi justa ira con la
enmascarado a burlarse y a profanar nuestra fiesta? Juro por
calma impuesta! Me voy, pues la presencia de este intruso,
el honor de mi linaje que le mataré sin cargo de conciencia.
ahora bienvenido para vos, tendrá amargas consecuencias.
Capuleto: ¿Qué ocurre, sobrino mío? ¿Por qué tanta ira? (Sale).
Teobaldo: Este es un Montesco, tío; un enemigo jurado de Romeo: (Cogiendo la mano de julieta). Perdonadme si mi
mi casa. Ha venido a perturbar nuestra alegría. mano indigna profana este divino relicario. Mis labios de
Capuleto: ¿No es el joven Romeo? peregrino roboroso borrarán con un beso tan rudo contacto.
Teobaldo: Sí, el infame Romeo. Julieta: Peregrino, no eres justo con tu mano, que se muestra
Cap uleto: Basta, sobrino, cálmate. Es un perfecto caballero, devota, pues los peregrinos tocan las manos de los santos,
y toda Verana reconoce su hidalguía y su mesura. Ni por pero el beso no es más que el contacto con esas manos.
todas las riquezas de la ciudad le ofendería aquí, en mi casa. Romeo: ¿Qué no tienen labios los santos y los peregrinos?
Julieta: Sí; pero labios para rezar.
Cálmate, pues: es lo que quiero. Y si me respetas, pon buena
cara, ya que esa mirada torva no cuadra bien en una fiesta.
Romeo: ¡Oh, amada santa! Permitid entonces que los labios
Teobaldo: Cuadra, cuando en nuestra casa se introduce un hagan lo que hacen las manos. Si los labios rezan, concededles
villano. ¡No lo toleraré! lo que piden para que no pierdan la esperanza.
Capuleto: ¡Tendrás que tolerarlo! ¿Me oyes? Te lo exijo yo, Julieta: Los santos permanecen inmóviles aunque concedan
¡demonios! ¿Quién manda aquí, jovencito? ¿Qué no vas a lo que se les ha pedido.
tolerarlo ... ? Por Dios, ¿quieres sembrar la discordia entre mis
Romeo: Permaneced inmóvil, os ruego, mientras recibo el
huéspedes? ¿Provocarles? ¿Y sólo por dártelas de valiente?
don que he implorado y vuestros labios purifican los míos.
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