Page 55 - Romeo y Julieta
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WILLIAM SHAKESPEARE               ROMEO Y JULIE A
                                              T
                                 ... ........... .. ....... . . . . . . . .
 mundo! Entre todas se destaca, como una blanca paloma  Teobaldo: T í o, ¡pero esto e s   una afrenta!
 entre cuervos. En cuanto acabe esta pieza,  me acercaré a
       Capuleto: Calma, calma. Eres incorregible. ¿Así es que una
 ella y ennobleceré mi mano al tomar la suya. ¿Estuve ena­
       afrenta? Tu falta de criterio puede costarte caro. Te lo digo
 morado  alguna vez? Niéguenlo mis ojos,  que nunca han  yo. ¿Me harás caso? ¡Tranquilizáos, hijos! Quieto  ... ¡Traed
 visto belleza igual.
       luces! ¡No faltaba más! Yo te haré estarte quieto  ... ¡Alegría,
 Teobaldo: Esta voz me suena a l a de un  Montesco. (A un criado).  hijos, alegría!
 ¡Pronto, tráeme la espada! ¿Cómo se atreve ese canalla a venir
       Teobaldo: ¡Mi cuerpo tiembla al chocar mi justa ira con la
 enmascarado a burlarse y a profanar nuestra fiesta? Juro por
       calma impuesta! Me voy, pues la presencia de este intruso,
 el honor de mi linaje que le mataré sin cargo de conciencia.
       ahora bienvenido para vos, tendrá amargas consecuencias.
 Capuleto: ¿Qué ocurre, sobrino mío? ¿Por qué tanta ira?  (Sale).
 Teobaldo: Este es un Montesco, tío; un enemigo jurado de  Romeo: (Cogiendo la mano de julieta). Perdonadme si mi
 mi casa. Ha venido a perturbar nuestra alegría.  mano indigna profana este divino relicario. Mis labios de
 Capuleto: ¿No es el joven Romeo?   peregrino roboroso borrarán con un  beso tan rudo contacto.
 Teobaldo: Sí, el infame Romeo.   Julieta: Peregrino, no eres justo con tu mano, que se muestra

 Cap uleto: Basta, sobrino, cálmate. Es un perfecto caballero,  devota,  pues los peregrinos tocan las manos de los santos,
 y toda Verana reconoce su hidalguía y su mesura.  Ni por  pero el beso no es más que el contacto con esas manos.
 todas las riquezas de la ciudad le ofendería aquí, en mi casa.  Romeo: ¿Qué no tienen labios los santos y los peregrinos?
       Julieta:  Sí; pero labios para rezar.
 Cálmate, pues: es lo que quiero. Y si me respetas, pon buena
 cara, ya que esa mirada torva no cuadra bien en una fiesta.
       Romeo: ¡Oh, amada santa! Permitid entonces que los labios
 Teobaldo: Cuadra, cuando en nuestra casa se introduce un  hagan lo que hacen las manos. Si los labios rezan, concededles
 villano. ¡No lo toleraré!   lo que piden para que no pierdan la esperanza.

 Capuleto: ¡Tendrás que tolerarlo! ¿Me oyes? Te lo exijo yo,  Julieta: Los santos permanecen inmóviles aunque concedan
 ¡demonios! ¿Quién manda aquí, jovencito? ¿Qué no vas a  lo que se les ha pedido.
 tolerarlo  ...  ? Por Dios, ¿quieres sembrar la discordia entre mis
       Romeo: Permaneced inmóvil, os ruego, mientras recibo el
 huéspedes? ¿Provocarles? ¿Y sólo por dártelas de valiente?
       don que he implorado y vuestros labios purifican los míos.


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