Page 51 - Romeo y Julieta
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Wll.UA�l SHAKESPEARE            ROMEO Y JULIET A


 y cruza sobre el aliento de los hombres dormidos.   que sueña con el diezmo y otros beneficios;
 Los rayos de sus ruedas son de patas de araña;   otras, galopa por el cuello de un soldado

 su techo, de alas de saltamontes;   que sueña con triunfos y degüellos,
 sus riendas, del fino hilo del gusano de seda;   con violaciones, emboscadas, aceros toledanos,
 los frenos, de húmedos rayos de luna;   hasta sentir de pronto redoble de tambores,
 el látigo, de un hueso de grillo.   despertar sobresaltado,
 Su cochero es un minúsculo mosquito de librea oscura,   rezar asustado un padre nuestro

 tan pequeño como el diminuto insecto   y volver a dormirse. Es Mab ...
 que se clava en el dedo ocioso de una doncella.   Romeo: ¡Basta, Mercucio, basta! No sigas hablando naderías.
 Su carroza es una cáscara de avellana vacía   Mercucio: Estoy hablando de sueños, a los que engendra

 roída por la ardilla carpintera o por las larvas,   la imaginación ociosa, fantasmas tan leves como el aire y
 eternos cocheros de las hadas.   más mudables que el viento, que tan pronto sopla hacia el
 Noche a noche, la carroza galopa así   norte helado como se vuelve hacia el lluvioso sur.
 por la cabeza de los enamorados que sueñan con el amor;   Benvolio:  Que ese viento de que hablas nos impulse. La
 por la mente de los cortesanos que sueñan con cortesías;   cena estará por terminar y llegaremos tarde.

 por los dedos de los abogados que sueñan con suculentos   Romeo: Temo que más bien temprano. Presiento que los
 procesos;   astros no me son favorables, y que en medio de los regocijos
     de esta fiesta se está gestando el oscuro golpe que terminará
 por los labios de las damas que sueñan con dulces besos.   con la inútil existencia que arrastro. Pero ¡adelante, caba­

 Galopa a veces por la nariz de un cortesano   lleros!  ¡Que sea el piloto de mi vida quien guíe mi nave!
 que sueña que ha alcanzado alguna merced.   ¡Adelante, amigos míos!
 Otras veces rueda azorando con el rabo de un cerdo   Benvolio: ¡A sonar, tambores!
 la nariz de algún párroco dormido   {Salen).





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