Page 146 - Romeo y Julieta
P. 146

_\\?��J��-1 SI  IAKE'>PCARE
                                      . . .......... .. ..... . .                                              ROMEO Y JULIET/1


                                                                                   empezaron y se desarrollaron estos hechos. Sólo entonces
               Sra. d e   Capuleto: Unos gritan "Julieta", otros "Romeo"  '
               otros "París", Y gritando corren todos hacia acá.
                                                                                   podré consolaros o haceros morir, si viene a1 caso. Callad,
                                                                                   entre tanto, y que la resignación contenga al dolor. Traed
               Príncipe: ¿Qué horrible hecho es el que presiento?
                  �
               Gu dia 1: Mirad, Príncipe. Aquí yacen muertos el conde              acá a los sospechosos.
                     _
              Pans y Romeo. y Julieta, que había sido sepultada, acaba             Fray Lorenzo:  He aquí al  principal  sospechoso,  aunque
                                                                                   jamás yo podría cometer crímenes tan horribles. Todas las
              de monr Y su cuerpo está caliente todavía.
              � ríncipe: Aver guad,  veriguad rápido cómo se han produ­            circunstancias me condenan. Voy a acusarme y estoy dis­
                            �
                                  �
              C1do estos hornbles cnmenes.                                         puesto a cumplir el castigo que merezca. Voy a acusarme y
                           � �
              Guardia 1: H ta  ora hemos hallado a un fraile y a1 criado           a defenderme a1 mismo tiempo.
                                                                                   Príncipe: Decidnos rápido, entonces, todo lo que sepáis.
              de Romeo. Teman Instrumentos para levantar las losas de los
              sepulcros.
                                                                                   Fr ay  Lorenzo: Seré breve, pues la corta vida que me queda no
                        J?,
              Capuleto: i ios mío! Esposa mía, ¿  no ves cómo corre la sangre      permite relatos largos ... Romeo, cuyo cuerpo veis ahí, se había
                �
             de  uestra h1p  ...  ? Esa daga erró el golpe: su vaina está vacía en  desposado con Julieta, a quien también veis muerta. Yo les casé.
                                                                                   Y el día de la boda, que no se consumó, fue en el que murió
             el cmto de Montesco y clavada en el corazón de nuestra hija.
                        �
             Sra. de Ca uleto: ¡Dios mío! Oigo doblar las campanas.                Teobaldo. Su muerte fue la causa del destierro de Romeo ... A
             Llaman a m1 vejez hacia el sepulcro. (Entran  Montesco  y otros       este destierro, y no a la muerte de Teobaldo, se debía el dolor
                                                                                   de Julieta. Entonces vos (dirigiéndose a Capuleto) quisiste mi­
             Príncipe: Ven aquí, Montesco. Por mucho que hayas ma­
                                                                                   tigar ese dolor obligándola a casarse con el conde París.  Pero
             drugado, ya no verás vivo a tu hijo y heredero.
                                                                                   ella fue a mi celda desesperada, y me rogó que encontrara el
                � �          ��                                                    modo de impedir esa segunda boda, porque si no, iba a ma­
             Mo t co: ¡Santo  os! Ayer murió mi esposa de pena por el
             desueno de nuesu·o illJO. ¿Qué otras  desgracias aguardan mi vejez?
                                                                                   tarse en mi presencia ... Aprovechando mis conocimientos, yo
            Príncipe: Mira. Ahí las tienes.
                                                                                   le preparé un narcótico cuyos efectos simulaban la muerte. Y
            Montesco: ¡Ay, hijo malcriado! ¿Cómo te atreviste a morir              entre tanto escribí a Romeo pidiéndole que viniera la noche en
            antes que tu padre?                                                    que Julieta despertaría, a ayudarme a rescatarla de su tumba.
                                                                                   Pero al hermano Juan, a quien entregué la carta, se le impidió
            Príncipe: Contened vuestro llanto hasta que sepamos cómo
                                                                                   accidentalmente salir de Verana, y sólo anoche pudo avisarme


                      146 ¡
                                                                                                                            147
   141   142   143   144   145   146   147   148   149   150   151