Page 136 - Romeo y Julieta
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ROMEO Y JULIETA
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              estrellas! Ya sabes dónde me oculto. Tráeme papel y plumas,        (Entra el Boticario).
              y consigue caballos. Partiremos  en cuanto anochezca.              Boticario: ¿Quién llama?
              Baltasar:  Debéis  resignaros, señor.  Se  os ve  tan pálido  y    Romeo:  Aquí,  hombre. Veo  que  no  te  sobra el dinero.
              desesperado, que temo una desgracia.                               Toma: son cuarenta ducados. Necesito una dosis de veneno
              Romeo: No; te equivocas.  Déjame  en paz y obedeceme.              tan activo, que apenas circule por las venas mate en el acto
              ¿No te dio Fray Lorenzo alguna carta para mí?                      al que lo beba hastiado de la vida; que expulse al alma del

              Baltasar: Ninguna, mi señor.                                        cuerpo tan rápido como el cañón mortífero a la bala.
              Romeo: Poco importa. Anda y consigue esos caballos. Ya              Boticario: T engo  venenos  como ésos. Pero  las  leyes  de
              regreso. (Sale Baltasar). Sí, Julieta, esta noche dormiremos        Mantua condenan a muerte al que los venda.
              juntos. ¿Pero cómo? ¡Oh, demonio, cuán poco tardas en               Romeo: ¿Acaso tú, condenado a la miseria temes morir?
              tentar al desesperado! Ahora me acuerdo de  un boticario            Bien clara se ve el hambre en tu rostro, y en tus ojos brillan
              que vive  cerca  de  aquí,  y al que  vi no hace mucho,  an­        la ansiedad y la desesperación. El mundo es tan enemigo

              drajoso, buscando yerbas medicinales. El hambre le tiene            tuyo como la ley. ¿Se ha dictado alguna ley para que ce hagas
              en los huesos.  En  su mísera  covacha había  una tortuga           rico? ¡Pues rompe entonces con la ley y recibe mi dinero!
              y un cocodrilo disecados, junto  a las  pieles  de  extraños        Boticario: Mi pobreza acepta lo que mi voluntad rechaza.
              peces; en la estantería se amontonaban cajas vacías, frascos        Romeo: Y o no pago tu voluntad, sino tu pobreza.
              verdosos, viejos potes y semillas, cuerdas deshilachadas y           Boticario: Disolved esto  en cualquier líquido  y bebedlo.
              yerbas prensadas, todo colocado de tal modo que aparen­              Caeréis muerto en seguida, aunque seáis fuerte como veinte
              tara mucho ... Yo, al ver tal miseria, me dije que si alguien        hombres.
              necesitara un veneno, aunque en Mantua esté prohibido
              venderlo bajo pena de muerte, aquel mísero se lo vendería.           Romeo: Toma  el dinero. El es  el verdadero veneno, que
                                                                                   causa más  asesinatos  en el mundo que todos  los  venenos
              Sí,  aquel pensamiento no hizo más que  adelantarse  a lo            que no debes vender. Esta ponzoña te la vendo yo, y no tú
              que  ahora voy  a  hacer,  pues  ése  es  mi hombre ... Y  ésta
              debe ser la casa, si no me equivoco. Hoy es día festivo, por         a mí. Adiós, compra pan y cúbrete ... No es veneno sino que
              eso la tienda está cerrada. ¡Eh! ¿hay alguien ahí? ¡Buscan,          un licor de  vida el que  llevaré conmigo hasta  el sepulcro
              boticario!                                                           de Julieta. (Sale).


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