Page 64 - Trece Casos Misteriosos
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El caso de las secretarias
                                                                                          quejumbrosas








                                                                               -¿Aló? El inspector Soto, por favor.
                                                                               -Con él. Dígame.
                                                                               -¡Hola, Heliberto! Habla Juan Mancilla.
                                                                               -¡Juan!  ¡Gustazo, hombre!  ¿En qué te puedo
                                                                            servir?
                                                                               -¡Problemas! Necesito tu ayuda.
                                                                               -Dime.
                                                                               -Esta mañana hubo un robo en la oficina.
                                                                            ¿Podrías venir a verme?
                                                                               -¿Se ha movido alguien desde el momento en
                                                                            que lo descubriste?
                                                                               -Desgraciadamente, creo  que me di cuenta
                                                                            muy tarde: estuvo la hora de colación de por medio.
                                                                               -¡Lástima! Estaré allí lo antes posible.
                                                                               -Gracias, viejo.
                                                                               El señor Mancilla salió de su despacho y cuatro
                                                                            secretarias vestidas de verde y azul lo miraron
                                                                            expectantes.
                                                                               -El inspector Soto estará aquí en un rato más,
                                                                            señoritas. Háganlo pasar. Mientras tanto, Silvia, pá­
                                                                            seme las llamadas pendientes.



                                                                                                                          63
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