Page 66 - Trece Casos Misteriosos
P. 66

No habían transcurrido diez minutos cuando                      -refunfuñó Ángela, sobando sus espaldas con
           Soto, de temo gris y corbata de humita, se presenta­               ambas manos.
           ba en la oficina de abogados Mancilla y Hermosilla.                  -A ver, ¿qué hay aquí?-dijo Rebeca, abriendo
              -¿El señor Mancilla?-preguntó Soto, cortés.                    el cajón de su escritorio-. Recurramos a nuestro
              -¿De parte de quién?-inquirió una secretaria                   botiquín de urgencia: ofrezco pomada antiséptica,
           rubia, solícita.                                                  parches curitas, crema humectante para cutis seco,
              -Heliberto Soto.
              -¡Ah, sí! Tome  asiento, por favor.  El señor
           Mancilla está hablando por teléfono. Lo recibirá
           en cinco minutos -la secretaria dio una rápida
           mirada al tablero de la centralita telefónica  ue
                                                       g
           marcaba una luz roja.
              El inspector tomó una revista y se hundió en un
           sillón de cuero. Se sumió en una atenta lectura.
              Una de las secretarias se quejó. Soto, abstraído,
           ni siquiera levantó la cabeza.
              -¿ Qué te pasa, Rebeca? -preguntó una morena
           de moño.
              -¡Otra puntada en el oído! -y la aludida se
           llevó la mano derecha a su oreja.
              -¡Si supieras cómo me duele a mí la cabeza,
           después de la escenita de esta mañana! -comen­
           tó  Silvia, bajando la voz y mirando de reojo al
           inspector.
                                             -
             -¿Quién tiene  una  aspirina?  s e  oyó  una
           tercera voz.
             -¿Qué  te  duele a  ti, Pamela?   -  p reguntó
           Rebeca.
             -La famosa muela del juicio -respondió esta
           con cara de sufrimiento.
             -Te  cambio  tu  dolor  de  muelas  por  mi
           maltratada columna. ¡Anoche creí que me moría!


          64                                                                                                              65
   61   62   63   64   65   66   67   68   69   70   71