Page 61 - Trece Casos Misteriosos
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-Aparte de la Gladys y yo, ¡usted, pues, don -En eso la Gladys tiene razón -comentó Pe
Roberto! tronila con tono resentido.
Soto desvió la mirada hacia el joven: El inspector se dirigió a la cocinera:
-¿Y a qué vino? � Y usted, Petronila, ¿sabía lo que guardaba la
-Bueno, a ver a la tía. Y entonces me enteré de señora aquí adentro?
_que ella estaba en la clínica. -Bueno, yo había visto esa cajita, pero cerrada.
-¿La viene a ver muy a menudo? ¡Quién se iba a imaginar que había una joya
-Es mi única tía y la quiero mucho. adentro!
-Pero, ¿cuán seguido la viene a visitar? -Yo lo sabía, inspector, y tantas veces le dije a
-Como una vez al mes. mi tía que ese no era un lugar para guardar algo
Soto meditó. así -el índice de Roberto frotó con nerviosismo
-¿Podría venir Gladys, señora Petronila? su barbilla.
La mujer caminó con lentitud y su gruesa voz El inspector no respondió. Miraba con insistencia
retumbó en la casa: la punta de su zapato.
-¡Gladys! ¡Niña, ven rápido! -y regresó -Perdón, pero ¿qué guardaba exactamente ahí
junto al inspector, murmurando-: A estas jóvenes la señora? -preguntó Gladys.
modernas lo único que les interesa es la ropa y el -Bueno, don Roberto sabe -comentó Petro
peinado. ¡Seguro que se está arreglando! nila con expresión maliciosa.
Petronila no dejaba de tener razón: la mucha -Un valiosísimo zafiro azul -respondió el
cha venía muy maquillada y a su paso dejaba un sobrino, muy serio. Gladys emitió un silbido y
fuerte olor a perfume: Petronila se llevó una mano al pecho:
-¿Sííí? -¡Qué descuido!
-¿Sabe usted por qué estoy aquí? -fue la Se produjo un silencio. Todos miraron al ins
pregunta de Soto. pector rascarse pacientemente su oreja izquierda
- ¡ N i idea! - s o n r i ó l a m u c h a c h a c o n mientras miraba un punto fijo en el techo.
displicencia. -¿Dónde está el teléfono? -dijo al fin,
-¿Usted sabía lo que guardaba su patrona en solemne.
esta cajita? Gladys, con su índice, mostró uno sobre la me
-¡Ni idea! ¡No la había visto nunca! La señora sita de caoba.
es bastante desconfiada y tiene.la manía de guardar Soto discó un número. Luego de unos instantes,
todo con llave. su voz sonó seca:
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