Page 137 - Trece Casos Misteriosos
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-Era valiosa, por cierto, inspector; pero el valor  -Sí, siempre dejo una nota a Norma cuando
 más grande que tenía para mí era otro -dijo Car­  salgo temprano en la mañana.
 los, que apretaba las mandíbulas para contener su   El inspector se acercó al escritorio y leyó: "Nor­
 impotencia.   ma: puede irse en cuanto termine. Hoy no vendré
 ---Qsiera interrogar a sus empleados por sepa­  a almorzar".
 rado -dijo el inspector Soto, acariciando en forma   -¿Se  fijó si la pagoda estaba en su sitio de
 maquinal el lóbulo de una de sus grandes orejas.   costumbre? -volvió a interrogar el inspector a la
 Olavarría pulsó un timbre bajo su escritorio y   mucama.
 a los pocos minutos apareció Norma, la mucama.   Ella guardó un instante de silencio y contestó
 Blanca como su delantal, se quedó de pie en el um­  luego, dubitativa:
 bral, mirando al policía con ojos de pánico.   -En realidad, me pareció que todo estaba igual
 -Norma, adelante. Siéntese, por favor.  El  que siempre, porque si la casita esa hubiera faltado,
 inspector le hará algunas preguntas -le dijo,   yo me habría dado cuenta, creo.
 indicándole una silla.   -¿Con quién habló luego de salir del escrito­
 Norma avanzó dos pasos, vacilante, y se sentó
 en el borde del sillón.   rio?-preguntó Soto, rápido.
               -Con nadie más, señor. Ya eran casi las doce y
 El inspector la tranquilizó con un gesto y le ha­
 bló con voz calmada:   había terminado con el aseo, así es que aproveché
 -Solo quiero saber lo que hizo usted ayer, des­  para ir a cobrar el desahucio de mi marido-Nor­
 de que llegó en la mañana, hasta que abandonó   ma miró a don Carlos como pidiendo aprobación.
 la casa.      Olavarría hizo un gesto de asentimiento. El ins­
 -Bueno, lo de costumbre. Por la mañana me  pector insistió:
 quedé en el segundo piso haciendo el aseo del dor­  -¿ Y no conversó con nadie más en la casa antes
 mitorio y del baño, ordené y bueno, lo que hago   de irse?
 todas las mañanas.   -Ni siquiera me pude despedir: José andaba
 -¿Entró en el escritorio? -interrumpió Soto.  en la carnicería y con el jardinero nunca me meto
 -Solamente a dejar el diario -la mujer miró  porque ... , perdóneme la expresión, don Carlos
 temerosa a su patrón-, a  ver  si había algún   -añadió un poco colorada-, ese hombre es un
 recado para mí en su libreta :_agregó, indicando   ordinario.
 la agenda sobre el escritorio. Soto miró al dueño   Don  Carlos carraspeó y Soto dijo en  tono
 de casa y este corroboró:   amable:




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