Page 133 - Trece Casos Misteriosos
P. 133
El caso de la pagoda de marfil
Carlos Olavarría, soltero, de blancas sienes y
heredero de una gran fortuna, empleaba sus
días en administrar sus negocios, jugar golf y
coleccionar piezas de marfil. Sus objetos más
valiosos se exhibían en grandes armarios de
caoba con puertas de vidrio, especialmente
diseñados para tal propósito. El hombre se
paseaba a través del amplio salón de su casa en
la calle Américo Vespucio, contemplando cada
figura como si fuese un hijo muy querido.
Los amigos le decían que se cambiara a un
departamento; esa enorme casa, donde sus pasos
le devolvían solitarios ecos, no era la apropiada
para un hombre sin familia. Pero lo que los ami
gos no entendían era que Carlos sí tenía una fa
milia que requería de gran espacio: los marfiles
confiados a la seguridad de sus armarios. De toda
la colección había solamente un objeto que no se
guardaba tras los cristales: la pagoda de filigrana.
El hombre sentía por esta pieza un especial ca
riño: le recordaba -al abrir las diminutas puer
tas talladas que mostraban interiores misteriosos
131