Page 45 - Quique Hache Detective
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Cualesquiera  de  mis  reclamos  ante  la   -¿Qué te contó?
 Gertru siempre han sido inútiles si se refieren   -Una vida rara la de Ramírez, te lo di-
 a la comida. Así que me vi en la obligación de   go. Cuando joven nadie lo conocía, hace tres
 sentarme frente a un plato de cereal con leche,   años nomás que está en el barrio; de su pasa­
 mientras la Gertru preparaba sus teorías sobre   do no se sabe mucho. Además de jugar fútbol
 lo que yo le había contado la noche anterior.   no hacía nada más y eso es  sospechoso,  por­
 -Creí -le dije para molestarla- que no  que  dime  tú,  ¿de  dónde  salía  la  plata  para
 querías seguir jugando a los detectives.   mantenerse, para pagar esa pensión y sus gas­
 -Quiquito de mi alma -dijo ella-,  no  tos?  Debía andar en malos pasos,  por  eso  lo
 me malinterpretes.  Con  lo  lento que  está el   mataron.
 verano,  sin  nada  que hacer,  déjame  entrete­  -No seas exagerada, Gercru.
 nerme a mí también.   -No exagero. Hay muchas tentaciones
 -Está bien.  en esta vida y mucha gente perversa. Eso se ve
 -Lo  que  yo  creo  -dijo  la  Gercru- es  en la cele todos los días. «Pobre Cacho», dijo
 que a Cacho Ramírez lo macaron y lo fueron   mi comadre,  «debe estar bajo tierra».
 a enterrar por ahí,  y nunca vamos a saber de   -Bueno,  Gertru,  y si tu comadre  está
 él; ésa es mi teoría.   tan segura, ¿por qué no lo denunció?
 -Perdona,  Gertru, algo fatalista tu teo­  -Mi  comadre  no  se  quiere  m  e ter  en
 ría. Debe estar escondido. Tal vez le debe pla­  líos,  además es seguidora del  Ferro  Quilín  y
 ta a alguien.   tampoco quiere que el equipo pierda este sá­
 Ella movió la cabeza y volvió a sonreír.   bado.

 -Momentito,  Quique,  te lo cuento al­  La  Gertru  hizo un punto  aparte  para
 tiro.  Esta  mañana  llamé  a una comadre  que   que yo digiriera el cereal y luego dijo:
 tengo en Santa Familia y me contó sobre Ca­  -Muéstrame la fotografía.
 cho Ramírez.    Volví a hacerla aparecer desde el bolsi­
 La Gertru tiene comadres en codo San­  llo de mi camisa. La dejé sobre la mesa, mien­
 tiago, así que no era extraño que existiera una   tras cuchareaba sin ganas.  La Gertru miró la
 en Santa Familia.   foco y dijo:


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