Page 153 - Quique Hache Detective
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en partidos internos de la empresa.  Me decía:   Gallardo y sus abogados me convencieron pa­
 «Cuando tenga un equipo, tú me juegas al ar­  ra  que  me  inculpara.  No  les  costó  mucho,
 co». Para don Chemo yo era como su hijo, me   porque  yo  había  aprendido  a  querer  a  don
 trataba muy bien,  aunque esto provocaba los   Chemo como a un verdadero padre y no me
 celos de  su  única  hija,  Rosaura.  Los  últimos   habría gustado verlo en la cárcel.  Don Che­
 años de vida de don Chemo fueron tristes.  Se   mo no  supo  entonces de  estos  arreglos  por­
 encerraba en la «Granjita», la casa que tenía en   que quedó malherido en el accidente.
 Santa Familia, y a veces se iba con sus choferes   »Fueron largos y malos esos seis meses
 en los viajes para distraerse, aunque Rosaura se   que pasé en la cárcel. Don Chemo, después de
 lo tenía prohibido. No quería que don Chemo   recuperarse, supo toda la historia. Me iba a ver
 tuviera  nada que ver con la empresa.  «Usted   todas las semanas aunque estaba cada día más
 está muy viejo, papá», le decía, sin importarle   flaco y avejentado.  Se sentía culpable. Un día
 que a don Chemo eso le doliera.  Finalmente   me dijo que había algo muy importante que
 pudo comprar el Ferro Quilín, un club de ba­  yo tenía que saber, que en la próxima visita me
 rrio que quería convertir en un equipo profe­  lo diría, que primero tenía que hablar con Ro­
 sional.  Pero casi no alcanzó a gozarlo.   saura  y  que  ella  probablemente  lo  tomaría
 »Esa  tarde,  en  diciembre  del  94,  nos  mal.  Pero  la  próxima  visita  no  llegó  nunca.
 fuimos juntos con  don Chemo a Algarrobo.   Don Chemo murió esa misma semana.
 Yo manejaba un bus que llevaba estudiantes   »Cuando salí de la cárcel me fui a pro­
 hacia la costa por el fin de semana. Todo mar­  bar al Ferro Quilín.  Quedé sorprendido por­
 chó bien hasta que algunos kilómetros antes   que el entrenador,  Homero Gavilán,  cuando
 de  llegar,  don  Chemo  decidió  conducir  el   me vio llegar el primer día,  me dijo:  «Cacho
 bus.  Como  era  el  jefe y  dueño,  nadie pudo   Ramírez, aquí todos lo conocen, don Chemo
 prohibírselo.  Por eso Charo me vio durmien­  dejó  instrucciones  y  sueldo  para  usted,  así
 do en los últimos asientos antes del acciden­  que se me viste que queremos verlo ejecutar
 te.  No  era yo  quien  manejaba  cuando  todo   algunas  voladas».  Así  entré  al  Ferro.  Hasta
 ocurrió.  Era don Chemo Gallardo.   ahora,  pensaba que eso era lo que don Che­
 »Por problemas con el seguro, la señora  mo no había alcanzado a decirme.


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