Page 124 - Alicia en el país de las maravillas
P. 124

· -iQue le corten la cabeza! -gritó la reina a toda fuer-               Primero soñó en su hermana. Volvía a ver sus pequeñas
           za.                                                                      manos apoyadas sobre sus rodillas, mientras que sus claros y
             .  Pero nadie se movió.                                                grandes ojos se clavaban sobre ella. Podía oír los variados to­
               -lQuién le va a hacer caso a usted? -dijo Alicia (que                nos de su voz y ver los curiosos movimientos de su cabeza pa­
           ya había alcanzado su estatura normal)-. iNo son nada más                ra echar atrás su cabellera flotante que siempre le caía sobre
           que un juego de naipes!                                                  los ojos. Muy quieta, escuchó, o le pareció escuchar, que to­
               Con estas palabras, todas las cartas se levantaron en el ai­         do lo que la rodeaba cobraba vida y se poblaba con las ex­
           re y cayeron volando sobre ella. Alicia dio un pequeño grito,            trañas criaturas que habían figurado en el sueño de Alicia.
           mitad de miedo y mitad de enojo, y, al tratar de echarlas a un              La alta yerba se estremeció a sus pies, mientras el cone­
           lado, se encontró tendida en un banco con la cabeza apoya­               jo blanco corría;  la asustada rata cruzaba chapoteando la
           da en la falda de su hermana, quien le quitaba suavemente al­            charca vecina. Escuchaba el.chocar de las tazas de té, mien­
           gunas hojas secas que le habían caído de los árboles sobre la            tras que la liebre de marzo y sus amigos compartían una in­
           cara.                                                                    terminable merienda; y la voz chillona de la reina le ordenaba
               -iDespiértate,  Ali cía  querida!  -dijo  su  hermana -.             que se ejecutaran sus desgraciados huéspedes. De nuevo el
            iHas estado durmiendo mucho rato!                                       pequeño cerdito estornudaba sobre las rodillas de la duque­
               -iQué sueño tan curioso he tenido!  -exclamó Alicia, y               sa, mientras zumbaban a su alrededor los platos y las fuentes.
           contó a su hermana, lo mejor que pudo recordar, todas sus                Sintió los chillidos del grifo, los crujidos del lápiz de la lagar­
           extrañas aventuras, que eran las mismas que ustedes han es­              tija sobre la pizarra y los estremecimientos del ratón, mien­
           tado leyendo. Cuando terminó, su hermana la besó y repuso:               tras que el aire se llenaba con los sollozos distantes de la
               -Ha sido, indudablemente, un sueño muy curioso, her­                 infeliz tortuga falsificada.
           manita. Pero ahora corre a tomar tu té. Se está haciendo tar­               Se sentó con los ojos entornados, y casi creyéndose tras­
           de.                                                                      port�da al País de las Maravillas, aunque sabía que, al volver
               Alicia se levantó y corrió, pensando en el maravilloso               a abliir de nuevo sus párpados, tendría que transformarse to­
           sueño que había tenido.                                                  do en una cruda realidad: la yerba sólo se estremecería agita­
                                                                                    da por el viento y el charco chapotearía únicamente por el
                                       *                                           movimiento de los juncos. El entrechocar de las tazas de té
                                                                                   se convertiría en el tintinear de las esquilas del rebaño; la voz
               Su hermana se quedó sentada en el mismo sitio, contem­              de la reina no sería otra cosa que los gritos del niño que tra­
           plando la puesta de sol y pensando en Alicia y en todas las             bajaba de pastor; y los estornudos del nene, los chillidos del
           aventuras maravillosas que le había contado, hasta que ella             grifo y todos los ruidos extraños se cambiarían ( ella lo sabía
           empezó a soñar también. Este fue su sueño:                              muy bien) por el confuso clamor de la hacienda en plena ac-


                                      124                                                                     125
   119   120   121   122   123   124   125   126   127   128