Page 121 - Alicia en el país de las maravillas
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 -No lo he leído todavía -repuso el conejo blanco-,  -No prueba absolutamente nada -contestó Alicia -.
 pero parece ser una carta escrita por el prisionero a ... a al­  iNi siquiera saben ustedes lo que hay escrito!
 guien ...     -Léelas -ordenó el rey.
 -Tiene que haber sido así -corroboró el rey-, a me­  El conejo blanco se puso los anteojos.
 nos que no haya sido dirigida a nadie, cosa que sería bastan­  -lPor dónde empiezo, Majestad?
 te extraña, por lo demás.   -Empieza por el  principio -contestó gravemente el
 -lA quién está dirigida? -preguntó uno de los miem-  rey-. Y sigue hasta que llegues al final. Entonces te detie­
 bros del jurado.   nes.
 -No está dirigida a nadie -respondió el conejo-. En  Estos fueron los versos que leyó el conejo blanco:
 realidad, no hay nada escrito afuera.
 Mientras hablaba, sacó el papel de su sobre, y agregó:   -,Me dijeron que fuiste con ella
 -No es ninguna carta. Se trata de unos versos.  y que me mencionó al hablar.
 -lY están escritos con la letra del prisionero? -pre-  Y aunque mi humor no le hace mella
 guntó otro de los jurados.   contó que yo no sé nadar.
 -No -repuso el conejo blanco-. iEso es lo que me pa­
 rece más raro!      Él relató que yo no fid
 (Todo el jurado parecía muy confundido.)   (todos sabemos que es 1 1 erdad).
 -Debe  haber  imitado la letra de alguna otra persona  Di, ¿qué sería, pues, de ti
 -declaró el rey.    si se averigua la realidad?
 (El jurado. pareció iluminarse de nuevo.)
 -Ruego a Vuestra Majestad -dijo la Sota- que me oi­  Le di uno a ella y a él di dos,
 ga. No he escrito eso y no pueden probar que lo haya hecho.   y tú no das más que tres.
 No tiene ninguna firma.   Mas eran míos todos los
 -Si no la firmaste -dijo el rey-, sólo lograrás que em­  que te devuelven, como ves.
 peore tu causa. Supongo que pretendes significar que come­
 tiste un error, porque de otro modo habrías puesto tu firma   Si ella o yo nos vemos un día
 como todo hombre honrado.   entre montones de procesos,
 Hubo un aplauso general ante estas palabras. Era la pri­  juro que les defendería
 mera cosa realmente inteligente que había dicho el rey ese   para que no les tomaran presos.
 día.
 -iEso prueba que es culpable! -gritó la reina.  Hoy día opino que tú fuiste



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