Page 93 - El vampiro vegetariano
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pequeño,  una  preciosa  niña  de  unos  ocho  años,   —Nada  de  tentempiés  -replicó  la  vampira  con

 cuyos  bucles  dorados  enmarcaban  un  rostro  tan   determinación-.  La  niña  es  mi  amiga,  y  él  es  un
 blanco y terso que parecía de marfil. Sobre el pecho   Drácula.

 de  la  niña y  bajo  sus  manitas  cruzadas,  había  una   —¿Un  Drácula?  ¿Y  a  qué  se  debe  el  honor  de
 muñeca de porcelana que era como una réplica en   que  un  miembro  de  la  más  distinguida  familia

 miniatura  de  su  dueña,  pues  incluso  iba  vestida   vampírica visite nuestra humilde cripta? -preguntó
 igual que ella.   Ludolfo con un tono ligeramente burlón.

 La  niña  fue  la  primera  en  reaccionar.  Salió  del   Lucarda  abrió  la  boca  para  contestar,  pero
 ataúd,  se  alisó  su  elegante  y  antiguo  vestido  de   Camila lo interrumpió con un gesto.

 seda, y dijo:   —Ya te lo explicaré en otra ocasión, primo -dijo-
 —Hola, tía Camila. ¿Ya es hora de despertar? —  .  Ahora,  volved  a  vuestros  ataúdes  y  dormid.  El

 No, cariño. Ha sido un pequeño accidente. —¿Un   momento aún no es propicio para el despertar.
 accidente?  -repitió  con  voz  ronca  el  ocupante  del   —Tía,  necesito  al  menos  una  gotita  de  sangre,

 ataúd grande, incorporándose de forma tan brusca   para dormirme con el sabor en la boca -se quejó la
 que  Lucía  tuvo  que  hacer  un  esfuerzo  para  no   pequeña vampira.

 gritar del susto. Se parecía muchísimo al vampiro   —No  es  posible,  cariño,  lo  siento...  -empezó  a
 de  Nosferatu,  una  vieja  película  muda  que  la  niña   decir Camila, pero se interrumpió al ver que Lucía
 había visto por televisión.   se sacaba un imperdible del bolsillo, lo abría y se

 —Sí,  Ludolfo  -dijo  Camila-.  En  realidad,  estoy   pinchaba la yema del pulgar. Luego se acercó a la

 aquí para unirme a vosotros en el sueño.   vampirita y le dijo con una sonrisa:
 —Y has tenido el delicado detalle de traernos un   —Toma, Leticia.

 tentempié  -dijó  Ludolfo  frotándose  las  manos  y   Muy lentamente, casi con devoción, la niña
 mirando  a  Lucarda  y  a  Lucía  con  una  expresión

 que helaba la sangre en las venas.




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