Page 52 - El vampiro vegetariano
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pasar  de  uno  a  otro,  y  Lucía  era  muy  ágil.  En                 Camila  corrió  a  abrazar  a  la  niña.  Entonces
                cuestión de segundos saltó al balcón de Camila y                    Lucía se dio cuenta de que la joven llevaba en la
                entró  en  svi  habitación,  pues  la  puerta  acris-               mano  una  larga boquilla  de  plata.  No  parecía  lo

                talada estaba abierta de par en par.                                más      adecuado        para      defenderse,      pero,
                   Había  luna  llena,  y  además  la  lámpara  de  la              probablemente,  atacada  por  sorpresa  mientras

                mesita  de  noche  estaba  encendida,  por  lo  que  k              estaba en la cama, había cogido instintivamente lo
                niña vio la escena con toda claridad. Camila, con                   primero  que  había  podido.  O  tal  vez  la  plata
                un largo y vaporoso camisón blanco, hacía frente                    también mantuviera a raya a los vampiros, como

                al  señor  Lucarda,  que  parecía  a  punto  de                     creía Tomás.
                abalanzarse sobre ella.                                             !• —Pobrecita, qué susto te habrás llevado -dijo la
                                                                                    joven  acariciando  la  cabeza  de  Lucía.  I  —Más
                   Entonces,  por  fin,  Lucía  logró  lanzar  un  grito
                ahogado,  y  los  dos  se  volvieron  a  mirarla.  Eí               susto  te  habrás  llevado  tú  -dijo  la  niña-.  Pero

                hombre  tenía  los  ojos  enrojecidos  y  los  labios               ¿cómo has podido dejarlo tieso de un golpe?
                                                                                        —Una  chica  sola  tiene  que  aprender  a  de-
                manchados de sangre.

                   —¿Qué  haces  aquí,  niña?  -preguntó  Lucarda                   fenderse -contestó  Camila  con  una  de sus
                con una mezcla de ira y asombro en la mirada-.                      encantadoras sonrisas-, y yo sé un poco de kárate.
                ¿Por dónde...?                                                          —¿Y cuando vuelva en sí...?
                                                                                        —Yo  me  ocuparé  de  él.  Ahora  tienes  que
                   Pero  no  llegó  a  terminar  la  frase.  Aprove-
                chando  que  le  estaba  dando  la  espalda,  Camila,               regresar a tu casa.
                con  una  rapidez  y  una  decisión  admirables,  dio                —¿No deberíamos llamar a la policía?

                líh paso hacia él y le descargó un fuerte golpe en                      —La  policía  no  sabría  qué  hacer  en  un  caso
                la  nuca  con  el  canto  de  la  mano.  Lucarda  se                como este -replicó la joven-. Yo sí. Anda, vuelve a
                desplomó como un fardo y quedó tumbado en el                        casa y no tengas miedo. Yo me ocuparé de todo.

                suelo cuan largo era, sin sentido.
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