Page 24 - Papelucho - 3° - Julio
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los zapallos y las papas y todo, y después se embuchan la plata que es
                  del pobre porque él hace el trabajo. El rico le roba al pobre y a mí me da

                  vergüenza ser hijo de rico. Yo le regalé a Soto mi frazada y doña
                  Rosarito y mi mamá armaron una pelotera y querían que se la fuera a
                  quitar, pero yo no fui. Ya me estoy acostumbrando a las peloteras y no
                  me importan mucho. Cuando hay mucho boche me voy a ayudar a Soto

                  y se me olvidan los retos cuando estoy con él.
                        Lo único que ha pasado es que se murió una viejita y le fuimos a
                  rezar, pero resulta que nadie le rezaba sino que le conversaban o le
                  lloraban y a mí me dan vergüenza los muertos. Entonces Soto me dijo

                  que le consiguiera una botellita de vino para la fatiga y yo me metí a la
                  bodega y se me rompieron cuatro.  Era como si le saliera sangre de
                  narices a un elefante, todo el suelo rojo. Y yo quise recogerlo y la única
                  manera era con la lengua. Después, fuimos con Zúñiga y Soto al

                  despacho pero yo estaba tan enfermo que me tuve que acostar.
                                                                                            Febrero 20
                        Ya no tenía ni ganas de escribir porque es tanto lo que lo retan a
                  uno en el campo que se quitan las fuerzas hasta de escribir. Javier cree

                  que lo que pasa es que mamá se  aburre como caracol  con la tía
                  Rosarito, teje que teje. La cuestión es que hasta lo de las botellas me lo
                  refregaron ayer. Y con la cuestión de la cosecha de las papas también
                  hubo rosca porque con Javier jugamos a que los sacos eran montañas y

                  saltábamos por las montañas y unas montañas se rompieron y rodaron
                  las papas hasta el comedor. La culpa es de que usen sacos tan viejos.
                        Ayer estábamos tan aburridos que hicimos una fogata inmensa y se
                  llenó la casa de humo y se quemó la zarzamora y el fuego no se quería

                  apagar porque le dio por soplar viento. Javier y yo corríamos con el
                  balde de agua, pero se desparramaba todo y ni pensaba en apagarse
                  hasta que llegaron Zúñiga y Soto con palas y otras cosas Lo malo fue
                  que alcanzó a ver el fuego mamá y a la tía Rosarito le dio el ataque y mi

                  mamá nos mandó a la cama a los dos.
                        Mamá llamó al papá por teléfono y nos acusó y nos vamos a ir a
                  Santiago sin haber gozado del campo.
                                                                                            Febrero 22

                        Resulta que no nos fuimos porque el papá anda buscando casa para
                  cambiarnos y no ha encontrado, así que la mamá se fue hoy para



                                                                                                        24
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