Page 19 - Papelucho - 3° - Julio
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crecido como yo quería.
—Yo le diría que Javierito lo encerró —me dijo con cara de artista
de cine—. Eso es un testimonio.
—Pero usted no quiere que digamos la verdad.
—Claro que no.
—Entonces, entre una mentira o un testimonio, da lo mismo. A no
ser que usted prefiera que lo castiguen a usted en lugar de él.
—Mejor sería que dijéramos que tú me encerraste —le dije.
Se quedó pensando un rato y después me preguntó:
—¿Y qué me daría usted porque yo me echara la culpa y dijera que
yo le puse la llave?
—Dime tú lo que quieres.
—Es que lo que yo quiero usted no me lo puede dar.
—Dímelo primero y yo veré.
—Quisiera salir esta noche y no volver hasta mañana, porque tengo
una diligencia que hacer.
—Le diré a mi mamá que te dé permiso.
—Ella no me deja salir de noche. Además tengo que servir la
comida y comen tan tarde... —suspiró.
—Lo de la comida se puede arreglar. Es cuestión de que conviden al
papá y a la mamá a comer afuera.
—Naturalmente. Así no se daría ni cuenta porque yo volveré
tempranito.
—Yo me encargo de que los conviden —le dije, y entonces ella
subió con la bandeja del desayuno y al poquito rato me llamó mamá a
su cuarto. Y mi mamá estaba tan cariñosa y mi papá también y dijeron
que por suerte, como ya me había perdido antes, ya no les daba ni
miedo de que me pasara algo, pero criticaron a la Domitila y la
idiotizaron y yo tuve que hacerme el que tenían razón. De todos modos
como le voy a devolver el favor a la Domitila, no me siento canalla ni
cosa por el estilo.
Desde el almacén llamé a la tía Lala y le pregunté si le gustaría que
el papá y la mamá fueran a comer con ella. Que yo sabía que ellos
tenían muchas ganas de ir, pero no se atrevían a pedirle que los
convidara. Que no dijera nada de mi llamado, que yo después le
explicaría y que telefoneara luego a la casa. La tía Lala me prometió
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