Page 16 - Papelucho - 3° - Julio
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a dormir y otros se van a pasear, tiene que hacer algo para no morirse
de aburrido.
Por eso yo hice una tienda. Además que una tienda la hace casi
todo el mundo en la calle Valparaíso y yo sé que no es pecado.
Yo hice una tienda con todas esas cosas que no sirven o que no se
usan: Puse una mesita en la puerta de la casa y en la mesita las
corbatas inútiles, los guantes, los pinches y prendedores y pulseras que
no se usan y unas dos carteras. El letrero decía: "Venta de ocasión" y la
gente preguntaba los precios y la mayoría no compraba, y los pocos que
compraron me pagaron las cosas. Yo le dejé la plata a mi mamá en el
velador y eran dieciocho pesos justos y, en lugar de agradecérmelos,
otra vez me retó y me acusó al papá; pero no me castigaron, porque
dicen que es peor castigarme.
Menos mal que es peor castigarme, así es que mañana voy a poder
salir, que bastante aburrido es trabajar para los demás cuando a uno le
pagan así.
Ya no estoy desilusionado de la vida porque ya sé que la vida es así
y que lo que uno quiere hacer bueno sale malo. De modo que ahora
trato de hacer algo malo para que salga bueno, y cuesta mucho, porque
no sabe uno cómo va a salir bueno.
En todo caso, por si resultaba para mejor, eché a correr las llaves
de agua del jardín y la Domitila me dio las gracias porque así se regó
todo y a ella le carga regar.
Enero 25
Por fin tengo algo bien estupendo en que entretenerme.
Tengo un criadero de jaibitas y de estrellas de mar. Las estrellas de
mar no sé si estarán muertas, pero las jaibitas me las dio un pescador
vivitas.
Cada familia vive en un tarrito con agua de mar y los tarritos los
tengo debajo de mi cama para que no me los saquen.
Cuando tengan hijos, voy a poder vender mucho pescado y tal vez
me haga rico y después viviré sin trabajar.
Pero la Domitila, que es tan intrusa, ya llegó a mi cuarto
preguntando:
—¿Qué porquería tiene aquí con olor tan malo?
—No hay ningún olor —le dije.
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