Page 18 - Papelucho - 3° - Julio
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retaba a Javier y él juraba que él no era, pero de todos modos, le sirvió
el reto a cuenta de los que yo me he llevado por él.
Cuando uno es invisible no puede toma té y se siente un hambre
terrible, porque hay que esperar que la Domitila se tome sus tres tazas
bien descansadas para que se vaya de la cocina.
Entonces uno entra y se come lo que encuentra, y si encuentra el
postre de la comida, tiene que comérselo porque el hambre es peor que
una enfermedad. Y, aunque uno sabe que se puede, armar boche por lo
del postre, se lo come y se lo come porque no se puede aguantar.
Después tiene que seguir invisible, y uno siente que llaman al
garaje para saber si uno está ahí, y preguntan y preguntan y no saben
qué pensar. Tero cuando uno es invisible, aunque le den pena los que lo
busquen, uno no puede aparecer y sigue invisible. Y, de repente, le da
miedo de quedarse invisible para toda la vida. Y da como sueño y flojera
de que lo vuelvan a ver y uno bosteza y bosteza...
Enero 27
Lo que pasó no fue culpa mía. Yo solamente estaba jugando al
invisible y, como me había encerrado en el armario de las escobas y de
los tarros tanto rato, tal vez me quedé dormido y no desperté sino al
otro día, cuando la Domitila sacó la escoba para barrer.
—¡Santo cielo! —gritó la muy chillona—. Aquí metido y durmiendo,
cuando anda hasta la policía buscándolo. Ahora si que le va a llegar de
veras. El patrón le va a romper los huesos.
—Yo no lo hice adrede —le expliqué, pero ella estaba como
atontada y no entendía. Entonces no me quedó otra que ponerme a
llorar hasta que se le ablandó el corazón.
—Me da lástima, mi pobrecito —dijo por fin—. Me gustaría librarlo
de los palos. Tómese primero un buen desayuno y pensaremos algo
para decirle al patrón.
—¿Qué pensaremos, Domitila?
—Alguna mentira, naturalmente.
—Esa la tendrías que decir tú, porque yo no miento.
—No será la primera ni la última —dijo riéndose y se tomó la
cabeza para pensar. La cabeza de la Domitila tiene una permanente
como nerviosa de crespitos duritos y algunos son como colorines y otros
no. Y las manos brillantes me recordaban a mis jaibitas, si hubieran
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