Page 36 - ¡Ay, cuánto me quiero!
P. 36

noche. Entonces me di cuenta que


             si yo los había inventado, yo mis­
            ma  los  podía  hacer  desaparecer.


            De  ahora  en  adelante,  no  habrá
            ningún monstruo que me asuste.


                    — También  te  puedo  in­
            ventar  monstruos  de  la  noche si

            quieres  — le  dije— .  Incluso

            monstruos  que  funcionen  en  la

            noche y en el día también.                                             Ella sonrió y me dijo:

                   — No,  pero  gracias  por  tus                                  — Con  quien  he  estado ju­

            buenas intenciones.                                            gando  todo  este  tiempo  desde

                   Nos  quedamos  callados.  Yo                            ayer.

            sentado en la rama de mi árbol y                                       — ¿Quién  es  ése?  — le  pre­

            ella asomada por la ventana. En­                               gunté.

            tonces tuve una duda y se la pre­                                     — ¡Tú, por supuesto! — res­

            gunté:                                                         pondió— . Tú eres mi amigo.

                   — ¿Y ahora con quién vas a                                     — Pero  yo  no  soy imagina­

           jugar?                                                          rio — le expliqué.


                                   40
   31   32   33   34   35   36   37   38   39   40   41