Page 31 - ¡Ay, cuánto me quiero!
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— Mañana  la  voy  a  llamar   Esa niña y yo


 por  teléfono  para  preguntarle
 — pensé.


 Por fin me acordé de nuevo
 de lo mucho que me quiero a mí

 mismo.  Me  di  mi  beso  de  bue­  M u y   temprano  desperté  a

 nas  noches,  recé  por  mí  y  me   mi  mamá  para  preguntarle  el

 quedé dormido.  número de teléfono de esa niña.

          Ella me lo dictó y yo lo marqué.

                 — ¿Aló?  ¿Está  esa  niña?

          — pregunté.

                 — ¿Quién  es  esa  niña?

          — me  contestó  la  mamá  de  esa

          niña.

                 Es  raro  que  una  mamá  no

          sepa bien quién es su hija. Le ex­

          pliqué:

                 — Esa niña que vive al lado

          mío,  igual que usted. Ayer le di


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