Page 30 - ¡Ay, cuánto me quiero!
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— Mañana  la  voy  a  llamar                                          Esa niña y yo


              por  teléfono  para  preguntarle
              — pensé.


                     Por fin me acordé de nuevo
              de lo mucho que me quiero a mí

              mismo.  Me  di  mi  beso  de  bue­                                    M u y   temprano  desperté  a

              nas  noches,  recé  por  mí  y  me                             mi  mamá  para  preguntarle  el

              quedé dormido.                                                 número de teléfono de esa niña.

                                                                             Ella me lo dictó y yo lo marqué.

                                                                                    — ¿Aló?  ¿Está  esa  niña?

                                                                             — pregunté.

                                                                                    — ¿Quién  es  esa  niña?

                                                                             — me  contestó  la  mamá  de  esa

                                                                             niña.

                                                                                     Es  raro  que  una  mamá  no

                                                                             sepa bien quién es su hija. Le ex­

                                                                             pliqué:

                                                                                     — Esa niña que vive al lado

                                                                             mío,  igual que usted. Ayer le di


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