Page 22 - ¡Ay, cuánto me quiero!
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le  pegué  un  chute  a  la  pelota  y                                  Yo  estaba  tan  emocionado

          metí  un  golazo.  Después  pateé                                que cuando la pateé de nuevo, en

          varios  penales  más  y  todos  fue­                             vez de ser gol, salió disparada por

          ron  goles.  Parece  que  mi  amigo                              arriba de la muralla y cayó  en el
          imaginario  no  es  muy  buen  ar­                               jardín de al lado.  Seguramente la


          quero,  porque  no  atajó  ni  una                               pelota aterrizó en la cabeza de esa
          sola vez la pelota.  ¡No!  ¡Ya sé! Él                            niña, porque escuché:

          es  excelente  al  arco,  lo  que  pasa                                 — ¡Ay!

          es que yo soy mejor delantero.                                          Me  asomé  sobre  la muralla


                                                                           y vi  que esa niña estaba sentada

                                                                           en el pasto.
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