Page 90 - Autobiografia de mi Madre v.2
P. 90

bfa  trabajado  muy duro  para conseguirlo.  La  noche   para mí. H a bía llegado a la conclusión de que prefería
              era muy negra cuando me marché, había luna, pero no     estar totalmente muerta o totalmente viva 1  pero nunca
              podfa verla: una espesa nube colgaba como un falso      medio viva y medio muerta al mismo tiempo.
              techo entre nosotras. Estaba sola. l\Iis pfos conocían la   Cuando volví a ver la casa de mi padre me eché a
              carretera  como  si 1a  hubiera construido yo  misma.   llorar.  Estaba situada en el extremo  más  atejatl.o del
              Cuando llegó la mañana estaba pasando por Roseau.       poblado de I\iahaut viniendo de Roseau, en dirección
              No me detuve. La hija de mi padre estaba allí. Use y    a Belmont. Nunca me había fijado en lo bonita ,1 ue era
              Jack estaban  allí.  No me i n teresaban lo más  mínimo.   a q uella casa vista desde el extedor, con su estructura
              No me preocu paba saber lo que estaban haciendo en      de madera  p intada de amarillo y sus ventanas de color
              aq uel momento.                                         marrón oscuro  . .Aquellos matices concretos de marrón
                 Pt1e poco antes de llegar a Massacre cuando me cru­  y amarillo no eran bonitos en sí mismos, y sin c1nbar­
              cé con una mujer  q ue no era mucho ma y or  que yo  p ero   go quedaban preciosos en aquella casa. Estaba al otro
              con aspecto de doblarme la edad. Reconocí en ella a la   lado de la carretera que bordeaba el  mar,  el inmenso
              persona que solfa ir a casa de mi padre para ayudar a su   mar, tan plateado tan infinito; tan azul� tan inabarcable >
                                                                                    >
              esposa a lavar la ropa y barrer el patio. Una de sus obli­  tan  g ris, tan despiadado, tan  p oderoso y sin conciencia.
              gaciones era lavar la ropa, pero eso no incluía la mía; la   En contraste con él, ta casa era tan frágil, tan vulnera­
              esposa de mi  padre no  q uería que lo hiciera,  y y o no lo   ble a la fuerza del mar a la que desafiaba, pues no era
              habría permitido,  quería hacerlo  todo por mí misma.   descabellado  p ensar en la posibilidad de que de vez en
              Cuando nos encontramos y la miré tenía apariencia de    cuando las olas del mar llegaran a alcanzada. No era
              rnártír, pero estoy casi segura de que d]a  no tenía la  menor   una casa vieja; había sido construida siguiendo las ins­
              idea de  p or ,¡ué causa. Caminaba con l°' � manos delante,   trucciones de mi  p adre )  pero  ya empezaba a ceder  ba¡o
              entrelazadas, reposando sobre el vientre. Tenía  el vientre   las numerosas cargas que pesaban sobre el ánimo de
              hinchado, pero no sabría decir si era por q ue estuviera   sus habitantes: la aflicción de mi padre por la pérdida
              embarazada o a causa de al na enfermedad. Llevaba       de mi madre; su matrimonio con su actual esposa, a 1a
                                     gu
              un vestido viejo, descolorido y sucio. No llevaba zapa­  que no había querido  por ella misma sino  por la ri q ue­
              tos.  Iba des p einada. Su  p iel,  q ue  cuando yo  la habfa   za y las relaciones de su familia; la aflicción que a ella le
              conocido era de un negro reluciente� como si :acabara   había causado su  propia esterilidad; la mala salud de su
              de adquirir su ne g rura, estaba ahora deslustrada y mate,   hijo; la volubilidad de su hija más joven. No veía nada
              Y no había nada  q ue pudiera devolverle la frescura. Nos   de mí misma en esa casa; sólo veía otras personas. No
              cruzamos justo al pasar bajo la copa de un :hbol viejo;   encajaba en ella. T o davía no encajaba en ningún sitio.
              incontables lluvias habían arrancado la tierra de sus raí­  La hija  que mi  padre había tenido  con  su  esposa
              ces,  de  forma  que  éstas  habían  quedado expuestas   gue no era mi madre hahfa nacido en pleno día, cuan­
              inclementemente a la fuerza de los elementos: una mitad   do el sol caía directamente sobre la cabeza, y eso no
              del árbol estaba viva, la otra mitad estaba muerta. Ni la   era bueno. Era un momento dcl día demasiado lumi­
              mujer ni el árbol se convirtieron en nada emblemático   noso par.a nacer; n:accr a esa hora sólo puede significar


                                                                                            9 1
                                    90
   85   86   87   88   89   90   91   92   93   94   95