Page 68 - Autobiografia de mi Madre v.2
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mi j u ventud, atesoraba Ja frescura que habfa en mí, allí   nía de un PJ jo en mis entrañas que después estaría en-
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              sentada junto a. ella en una sJUa? No lo hacía; ¿cómo   . ere sus br- .Jzos� flotaba en el aire como un fanrasma >
              hubiera podido' Mi lista de pérdidas no incluía aún la   al g o que sólo quien fuera especial podría percibir. No
              juventud; en mi lista de pérdidas estaba mi madre; el   al alcance de cua]guier mirada era sólo  para mis ojos,
                                                                                               >
              amor no estaba todavía en mi  lista de  pérdidas. Aún   pero yo nunca lo vería, a pesar de gue desapareciera y
              no habfa sido nunca amada, no sabría decir si la f o rma   volviera a aparecer de manera recurrente, ese fantasma
              en  que me  había  peinado  ella era una  expresión de   de n1í misma con un hijo en las entrañas. Le di la es pal­
              amor. No 5ahria decir si la ternura con  que me habfa   da; mis oídos se volvieron sordos para él; 1n i corazón
              bañado, pasándome el  paño por los pechos, por de­     dejaba de latir. Ella estaba cosiendo para mí una pren­
              lante y  por  detrás  entre  las  piernas, bajando  por los   da  h e cha con  bonitas  telas  viejas  q u e   habfa  ido
              muslos; por las pantorrillas  ... si eso era amor. No sa­  guardando en diferentes épocas de su vida las épocas
                                                                                                         i
              bría  decir si  preocuparse  de secarme  y  ponerme a   felices, las épocas desdichadas.  Era un sudario hecho
              cubierto  cuando estaba  empapad:,,,  si  alimentarme   de  recuerdos; cuánto deseaba ella  entretejerme  a mí
              cuando estaba hambrienta  ... si eso era amor. Tampoco   por las costuras > por sus numerosas costuras, Cuánto
              por mi parte había amado todavía, no constaba en mi    se esforzó por conseguirlo; pero con cada chasquido
              lista de  ganancias, asf  que no podía estar en mi lista de   del dedal chocando con la aguja, yo me escapaba. Tanto
              pérdidas. La lluvia caía y nosotras ya  no la  oíamos,   su frustración como mi satisfacción eran a su manera
              sólo oirfamos su ausencia, mis días llenos de silencio y   palpables.
              a la ve, repletos de palabras, mis noches llenas de sus­  No era posible que me convirtiera de nuevo en una
              piros, tenues y también muy audibles, suspiros de agonía   colegiala, aunq.Je al princi pio no ful conscience de ello.
             y de  placer.  A veces  pronunciaba su  nombre, Jack,   El ambiente sig uió siendo el mismo, el clima cambió.
             como un epíteto, otras vcc<;s como una otadón, Nun­     �\ ionsieur se marchó. Durante algún tiempo no ví  su
             ca estábamos solos y juntos los tres; ella le vefa en una   despacho. Tenía en todos los rincones y a lo largo de
             habitación, yo le veía en otra. Él nunca hablaba conmi­  Jas paredes� en el suelo,  pequeños montones de cuartos
             go, ni siquiera en silend�,. Se comportaba sabiendo muy   de peníque; había apilado en una mesa más monedas,
             bien lo que hacía, yo en cambio me dejaba llevar por    de  un chelín, de dos chelines. T e nía tantas  monedas
             un sentimiento, actuaba instintivamente. El sentimiento   por toda la estancia apiladas )  que cuando la lámpara.
                                                                                      )
             que  me  nrrebataba,  el instinto  que guiaba mis  actos,   estaba encendida la habitación resplandecía. Me des­
             todo era nuevo para mí. Ella nos oía. Nunca me dio a    penaba durante la noche y le encontraba comando su
             entender que así lo hacía, que nos oía. Había querido   dinero, una y otrá vez, como si no supiera cuánto tenfa
             un hijo, había querido tener hijos; podía oírselo decir.   realmente o como si el hecho de contarlo  pudiera su­
             Yo no era una hija, ya no podía set una hija; eHa podía   poner alguna diferencia. Nunca me ofreció dinero, sabía
             oírmelo decir. Una vez más quería algo de mí,  guería   gue no lo quería, sabía que no quería ni un penique. La
              el hijo que yo pudiera tener; no dejé gue se enterara de   habitación no era fría )  ni  cálida )  ni  asfixiante,  pero
             que había oído también eso; aguella visión que ella te-  tampoco era ideal; no quería pasar el resto de mi vida



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