Page 72 - Autobiografia de mi Madre v.2
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los síntomas de ese estado ) asf qne no supe de inme hasta el despacho de monsJeur LaBatte ) metí la mano
diato lo que me pasaba. Fue Lise quien me explicó lo Cn una pequeña bolsa de azafrán 9ue sólo contenía
9ue me sr,cedfa. Acababa de vomitar todo lo guc ba chelines y saqué de ella un puñado de monedas. Me
bia comido en mi vida cntern y sentía que me morfa, dlrlgí andando a la casa de una n1ujer que ahora ya ha
así que la llamé, y ?o hice por su nombre de pila. "Líse 11 � muerto ) y cuando me abrió la puerta le puse mi puña
dije, no madamc LaBatte; ella me hizo estirar en su do de chelines en las manos y me quedé mirándola a la
cama y se tumb6 junto a mí 1 sosteniéndome entre sus cara, No dije una sola palabra. No sabía su verdadero
)>
brazos. Me <lljo 9ue estaba "encinta ; lo dijo en foglés. nombre, todos la llamaban Sange-Sange, pero ése no
En su voz. había ternura y simpatía ) y lo repitió una y era su verdadero nombre. 1Vfe dio a beber una taza de
otra vez > <- 1uc iba a tener un hijo t y entonces su voz un jarabe espeso y negro y luego me condujo hasta un
sonaba bastante feliz, mientras me acariciaba el cabello pequeño bueco practicado en el suelo de tierra pata
y me rozaba la mejilla con el dorso de la mano, como que me acostara en él. Estuve allí tumbada cuarrn días,
sl tatnbién yo f'l1ern un bebé, y en un estado de irrita durante los cuales todo mi cuerpo fue un volcán de
ción tal que me impedía articu]ar palabra, sus carkbs dolor; no sucedió nada, pero después, y durante otros
demostraron ser eficaces para tranquilizarme. Sus pa cuatro días, estuvo fluyendo sangre de entre mis pier
labras, sin embargo, me infundieron terror. Al prindpio nas, lenta e ininterrumpidamente, como un manantial
no la creí, pero luego la creí sin reservas y al instante eterno, Y entonces cesó. El dolor no era comparable a
)
pensé que > si Uevaba un hijo en )as entrañas, podría nada que ro hubiera podido siquiera imaginar; era como
expulsarlo simplemente con la fuerza de mi voluntad. la definición misma del dolor; cualquier otro dolor era
Le ordenaba gue saliera de mí. Lo hice día tras dfo, sólo un débil reflejo de éste, una referencia, una imita
"
pero no salió. Del fondo de las axilas de Lise me lleo-a- ción ., un intento fallído de ser tan intenso como el que
ba un perfume. Estaba elaborado con la esencia de yo sentía entonces. Era una persona nueva, habfa aprtn
una flor, ese olor llenaba la habitación, penetró por las dido cosas que no sabía antes, sabía cosas que sólo se
\'entan-as de mi nariz invadiendo mi pituitaria bajó hasta aprén.den pasando por lo que yo acababa de pasar,
)
el estómago y volvió a subir hasta la boca en oleadas� Había tenldo mi vída en mis manos.
en arcadas 9ue presagiaban el vómito; su sabor me
asfixiaba lentamente, Creí que iba a morir, y 9uizá por
que ya no tenía ningún futuro posib1e, empecé a sentir
enormes deseos de tenerlo, Pero no sabía lo que tal
cosa, tener un futuro, podía significar para mí, pues
estaba al borde de un a¡,>ujero negro. La otra alternati
va era otro agujero negro ) un nuevo agujero negro que
no conocfa; elegí el que no conocía.
Un día me encontraba sola, todavía tendida en la
cama de Lise; me había dejado sola. Me levanté y fui
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