Page 32 - Autobiografia de mi Madre v.2
P. 32

parte de mi  naturaleza yo las adoraba con un fervor    le en absoluto sl yo estaba viva o muerta, intentó ocu­
             casi devotü Sus mano3 estaban frfas i  y cuando me tocó   . parse eUa misma de mj muerte.  l\fo  regaló  un collar
             con ellas me hizo dafio. Nunca Hegarfamos a querer­     hecho de bayas secas, madera pulimentada, piedras y
             nos.  En  ella  anidaba  una desesperación cuyas  raíces   conchas marinas. Era precioso, demasiado bonlro para
             estaban en un deseo frustrado durante mucho tiempo:     una niña, pero cuak¡uicr niña )  una niña de verdad )  se
             aún no había podido darle a mi padre ningún hijo, Me    habría sentido deslumbrada por su  belleza, se habría
             tenfa miedo; tenía miedo de que por mi culpa mi pa­     dejado seducir y se lo habría puesto de inmediato aire•
             dre  pensara  en  mi  madre más  que  en  ella.  Aquella   dedo.r del  cuello. Yo  no  era una  niña de verdad.  Me
             primera mañana me dio algo de comer y estaba mo­        deshice en agradecimientos. Le dí las grncias otra vez.
             do,  mohoso;  co1no  si  hubiera  estado  conservándolo   No  me  llevé el collar a  mi  pequeña  habitación. No
             expresamente para que me causara repugnancia. Des­      quise ni tenerlo cerca durante mucho tiempo. Le bus­
             pués de eso ya nunca más volví a comer lo que ella me   qué un sitio en la siempre exuberante arboleda que había
             daba; aprendí a prepararme mi propia comida, Jo que     en la parte trasera de la casa. Ella no lo sabía todavía;
             se convirtió en un rasgo característico por el que todo   cuando finalmente Jo descubrió )  envió a vivir allí algo
             el mundo me conocería: era una niña que se preparaba    que yo no podía ver y que me hizo huir despavorida.
             su propia comida.                                       Fue en ague! lugar secreto en el que había dejado el
               Algunas partes de mi vida, ciertos incidentes de mi   coliar hasta que me sintiera capaz de decidir qué hacer
            vida de entonces, cuando los recuerdo ahora, parecen     con él.  Ella  me miraba  el  cuello  y notaba que  no lo
            haber sucedido en un lugar muy pequeño y oscuro, un      llevaba puesto, pero nunca volvió a mencionar el co�
            lugar del tamai\o de una casa de muñecas, y la casa de   1lat. Ni una sola vez. Nunca me animó a ponérmelo en
            muñecas está  en  el  fondo de un agujero, y yo estoy    absoluto. Tenía un perro que se llevaba al campo con
            arriba> por encima del agujero, atisbando el interior de   ella; el perro era un regalo de mí padre, para proteger­
            esa diminuta casa,  íntentando descubrir exactamente     la del daño que le pudieran hacer los seres humanos de
            qué es Jo que pasó allá abajo. Y a veces, cuando obser­  carne y  hueso,  un peligro que en  este  caso  sí  podía
            vo esa imagen? ciertas cosas no están en el mismo sício   verse, se trataba de que de alguna manera se sintiera a
            que la última vez que miré: son distintas las cosas que   salvo. Un día le puse el collar al perro alrededor del
            se:  encuentran  sumidas  en  las sombras en cada mo�    cuello >  ocultándolo entre los pelos; en veinticuatro ho�
            mento, distintas las cosas que están ilumlnadas.         ras se volvió rabioso y murió, SJ ella encontró el collar
                                                                     alrededor  de  su cue.!10 nunca  me lo menclonó,  Des­
            La esposa de mi padre deseaba verme muerta, al prln,     pués de eso se qúedó embarazada y dio a luz al primero
            ciplo de una forma que le habría permitido hacer una     de sus dos hijos )  con lo que empezó a prestarme me­
            gran exhibición del profundo dolor que sentía por mi     nos atención; pero no por ello dejó de desear mi muerte.
            muerte: un accidente, un designio de Dios. Pero luego,      La escuela a cuyas dases asistía se encontraba en el
            cuando empezó  a pasar  el  tiempo  sin  que ocurriera   síguiente poblado, a unos ocho kilómetros de distan­
            ningún accidente y sin que a Dios pareciera preocupar-   cia, que recorría en compafüa de otros niños, la mayoría



                                  32                                                       33
   27   28   29   30   31   32   33   34   35   36   37