Page 22 - Autobiografia de mi Madre v.2
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q ue mis p �labras eran mentira, una calumnia; que esta En el primer momento no me di cuenta del al-
ba avcr g on;;,;ada de mf, (Jue no me tenía miedo. La . canee de ]� que había sucedido, de lo que habla hecho:
maestra me dijo todo eso delante de los demás alum por mucho c ¡ ue no lo hiciera conscientemente, p or
nos <le la escuela. Ellos pensaron que me sentía mucho <¡ue careciera de objctJvo ) lo cierto es que )
humillada y se ale graron de verme caer tan bajo. Y o con sólo u t ilizar unas pocas palabras, hice que cam
no me senú u millada en absoluto. Noté algunas cosas. biara mí situación; puede incluso que me salvara la
h
_A.1e fijé en t ¡ ue sus dientes estaban torcidos y amaril1os, vida. Después de aquelio hablar de mi p ro p ia situa
y me pregunté cúmo habían llegado a a q uel estado. dón, conmigo misma o con otras personas, es algo
que ya siem p re haría. Fue así como me convertí en
Grandes manchas de sudor en fo rma de media luna
una persona tan extremadamente consciente de mí
empapaban su vestido en las axilas, y me pregunté si
misma, tan p reocu p ada por mis propias necesidades,
yo ta.mbjén ) al convertirme en mujer, transpiraría tan
tan resuelta a satísfacerlas, consciente de mis opro
p rofusamente y cómo olería. En la p ared, detrás de su
hombro, había una gran araña hembra con su bolsa de bios, consciente de mis placeres. Aquella azarosa,
huevos a cuestas, y deseé alcanzarla y aplastada con la infantil expresión de dolor y sufrimiento, hizo q ue cam
palma de la mano, pues me pre guntaba si sería del biara mi vida, y tomé buena nota de ello.
mismo tipo o de la misma família que la araña que 1v1i padre vino a buscarme vestido con un unifor111e
había estado chupándome saliva de la comisura de los
de carcelero. Para él eso no quería decir nada, carecía
labios la noche anterior mientras dormía, dejando ttes
de significado. Regresaba a Roseau procedente del
pequefi.as y dolorosas picaduras. Fuera lloviznaba, ofa
poblado de St. Joseph, donde había estado descm
el re pi q ueteo de fa lluvia en el techo galvanizado.
pcfiando sus funciones de policía. Nadie me había
Envló las canas a mi padre p ara demostrarme <- 1ue
avisado de q ue lle g aría a, ¡ uel día, no le esperaba. Vol
tenía 1a condenda tran g uifa. Dijo que yo había malinter�
vía de la escuela cuando le vi a g uardando en la última
pretado sus regañinas, las cuales me daba porque me
curva de la carretera que llevaba h.asra 1a casa en que
queda y no porque me odiara como yo creía, y que eso
vivía. Me sorprendió verle, pero sólo reconocí que
demostraba que había caído en el pecado del orgullo. Y .,::·:-,estaba sor p rendida p ara mis adentros; no permití que
dijo también q ue tenía la esperanza de que aprendiera a nadie más se diera cuenta de ello. La ra2ón de que
ver la diferencia entre ambas cosas: el amor y el odio. ·. ; hubiera echado tanto de menos a mi p adte -la razón
Desde entonces he intentado distinguir el amor del odio Cpor la 9ue había dejado de venir a la casa en que yo
y sigo sin p oder hacerlo, porque a menudo se esconden ,.,>':Vi'V_ía para traer .su ropa sucia y llevarse la limpia- era
tras el mismo rostro. Cuando me dijo eso, la miré a la ;�{ .i¡ �e se había vuelto a casar. Me lo habían explicado,
cara intentando discernir si era cierto que me quería y º':}bro para mí era un misterio lo que eso pudiera si g
q ue sus palabms, que tan a menudo parecían violentos (�ificar; no fue distinto de la p rimera vez que me
bofetones,. emn realmente una expresión de amor. En ·'$x p lícaron que el mundo era redondo; pensé "¿Qué
_
aquel momento su rostro no me pareció amoroso; pero ºj>\iede significar eso, qué debe de ser?". Mí padre se
q ui7:á me e q uivocaba ... quizás eta todavía demasiado hkl,íavuelto a casar. Me cogió de la mano, dijo algo,
niña para juz garlo, demasiado niña como para saberlo. "' .. /Je
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