Page 20 - Autobiografia de mi Madre v.2
P. 20

tiene seis partes; fa dirección <le  c¡ uien Ja envfa, la fecha�   Escribí esas cartas sln lntcndón alguná de enviárse­
             la dirección dd destinatario, e1  silludo de cortesía  e]   ·  l;1s á m í   padre; no sabía cómo hacer a q uello, enviarlas.
                                                         ,
             cuerpo de la carta, el acabamiento de la carta. T o do el   Las doblaba de i:al manera  que si las hubiera roto  en
             mundo sabía  9 ue ninguna persona de la posición que    pedazos, habrían  quedado ocho cuadrados pequeños.
             yo estaba destinada a ocupar -la posición de una mu­    No había ning ún significado mistcrJoso en ello; lo ha­
             jer) y pobre- necesitaría nunca escribir una carta, pero   cía sólo para esconderlas mejor  bajo una gran piedra
             la sati::,;facción que les proporcionó a todas fos  perso­  que había junto a la verja de la  escuda. Cada día, al
             nas relacionadas con d hecho de enseñarme a mí e::,;o)   salir, colocaba una carta  que habfa escrito a mi  p adre
             escribir una carta, tuvo que s-er inmen�a. j\fe  p e gaban  y   debajo de Is  p iedra. Había escrito esas carras a escon­
             me regañaban  con  severidad cuando cometía  algún      didas,  durante el poco  tiempo  c¡ue  nos  dejaban  de
             error.  EJ  ejerddo de copiar cartas  de  alguien cuvas   recreo o cuando habfa terminado mi  tarea y nadlt se
             penas, reflexiones o aiegrfas no me interesaban no �e   fijaba en mí. Fingiendo estar absorta en el trabajo que
             irrh()  entonces -yo  eta demasiado joven  para  com­   debía  hacer,  me dedicaba en realidad a escribirle una
             prender  que  1a arrogancia  puede  ser un  arma tan    carta a mi  padre.
             peligrosa como un puñal-;  en Jugar de irri�rme me         Este insignificante grito pidiendo ayuda no me  pro­
             indujo a escribir mis  propias cartas, cartas en las gue   curó alivio instantáneo. :\.fo sabía desgraciada, pero la
             expresar mis sentimientos acerca de mi propia vida, tal   posibilidad de mitigar mi trisceza -de que mi vida cam­
             Y como yo la vela a los  siete años de edad.  Empecé a   biara, de  q ue mis circunstancias cambiaran- ni se me
             escribir a mi  padre.  Escribí "Mi  querido  papá"  con   pasaba por la cabesa.
             una bonita  y elegante caligrafía, una caligrafía que era el   :Mis cartas no permanecieron en secreto. Un niño
             resultado de muchos cachetes y regañinas. Le decía que   llamado Roman me había visto ocultándolas en su es­
             Eunke me ma1trataba, tanto con palabras como físi­      condrijo y, sin  que  yo lo viera, las sacó de allí. No pude
             camente, que le echaba de menos  y q ue le quería mucho.   contar con su complicidad, no tuvo compasión; codo
             Le  escribí lo  mismo  una  y otra vez.  No  entraba en   instinto de protección po r   los más débiles había sido
             detalles. No era más  que el lastimero grito de socorro   aniquilado en él. Le llevó mis cartas a nuestra  profeso­
            de un animalillo herido: "Mi  querido papá, tú eres Jo   ra. En las cartas a mi padre yo había escrito "Todo el
             único que rengo en este mundo, nadie me quiere, sólo    mundo me odia, sólo tú 1ne  q ujeres"  > pero no había ní
             tú puedes quererme, me hacen daño con palabras, me      pensado en enviárselas de veras a mi padre, nJ s1quiera
            golpean con palos, me  tiran piedras, eres lo  c¡ ue más   estaban realmente dirigidas a mi  p adre; sí me hubieran
            qufr�rc\ sólo tú puedes salvarme". Esas palabras no iban   preguntado entonces  si de verdad  sentía  que  todo el
             destinadas a mi padre en absoluto, sino a la persona de   mundo me  odiaba,  q ue sólo me  quería  mi  padre, no
             la < J Ue  sólo  podía ver los  talones.  Noche tras noche   habría  sabido  qué res ponder.  Pero  la  reacción  de la
            veía sus talones )  sólo sus talones bajando � mi encuen­  maestra al ver mis cartas, aquellos pequeños garabatos,
            tro, bajando a mi encuentro para no volver a separarse      resultó estimulante. Por su parte creyó que al decir
            nunca de mi.                                                   el mundo" me refería a ella y sólo a ella. Dijo


                                                                                           21
                                   20
   15   16   17   18   19   20   21   22   23   24   25