Page 19 - Autobiografia de mi Madre v.2
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criollo, una lengua que no se consideraba correcta en pequeños troncos), que crecían sin moderación, como
absoluto, una lengua que al gu ien procedente de Fran · si la belleza residiera en el tamaño, y que yo podía nom
cia no sabía hablar y a duras penas comprendía. Yo brar uno por uno cerrando los ojos y escuchando el
hablaba sola porque empezó a gustarme el sonido de sonido c1ue producían sus hojas al rozar unas con otras;
mi propia voz. lvfe parecía dulce, atenuaba mi sole y adoraba el momento en que las blancas flores del
dad, pues me sentía sola y deseaba ver a personas en cedro empezaban a caer sobre la tierra con un silencio
cuyos rostros pudiera reconocer algo de mi misma. gue yo era capaz de oír, sus pétalos al principio toda
Porc.1ue, ¿quién era yo? J'vli madre había muerto; no vía frescos, un suave beso rosa y blanco, luego, un día
habla visto a mi padre desde hacía mucho tiempo. más tarde, aplastados, marchitos y marrones, una vi
Aprendí a leer y escribir muy deprisa. l\-Ji memoria, sión molesta; y el río, que se había convertido en un
mi capacidad para retener información, para reparar pequeño lago cuando un día, sin previo aviso, cambió
en los más mínimos detalles, para recordar quién había su curso, en cuya odlla me sentaba a observar familias
dicho qué y cuándo, fue vista con recelo y se consideró de pájaros, ranas poniendo sus huevos, mientras el cie
como algo insólito, tan insólito que mi maestra, que lo iba cambiando alternativamente del negro al azul y
habla sido educada para pensar desde el punto de vis del azul al negro, y la lluvia caía sobre el mar, más allá
ta del bien y del mal, y cuyo criterio al respecto era del lago, pero no en la montaña que había más allá del
siempre equivocado, declaró que yo era el mal, que mar. Fue estando sentada en ese lugar cuando soñé
estaba poseída; y para demostrar que no había duda con mi madre por primera vez; me había quedado
de ello sefialó de nuevo el hecho de que mi madre dormida sobre las piedras que cubrían la tierra a mi
fuera caribefia. alrededor, mi pequefio cuerpo hundido en esa super
Mi mundo entonces -silencioso, suave, tan vulne ficie como si se tratara de un montón de plumas. Vi a
rable c1ue parecía vegetal, sujeto a los caprichos mi madre bajando por una escalera. Llevaba un largo
impuestos por otras personas, diurno, que empezaba vestido blanco que le llegaba a los talones, y ésa era la
cada mafiana con la pálida luz que se abría paso en el única parte de su cuerpo que quedaba a la vista, los
horizonte y finalizaba con la súbita caída de la noche talones; ella seguía bajando, pero nunca se revelaba nin
cuando llegaba el ocaso- constituía para mí tanto un gún otro rasgo. Sólo sus talones, y la orla del vesrido.
mfatcrió como una fuente inagotable de placer: adora Al principio anhelaba ver más, pero luego me confor
ba la cara gris del delo, poroso, veteado, húmedo, mé con ver sus talones bajando hacia mí. Al despertar,
sigu.iéndome camino de la escuela infinidad de maña no era la misma niña que antes de quedarme dormida.
nas, lanzándome desde arriba punzantes flechas de agua; Deseé fervienteínente ver a mi padre y estar constan
la otra cara de ese mismo cielo, cuando era un azul temente en su presencia.
duro sin refugio posible, un telón de fondo para un Un día que no había empezado de ninguna manera
sol cruel; el agobiante calor que acababa por formar ·.especial que yo recuerde, me enseñaron cuáles eran los
parte <le mí, como mi sangre; los altivos árboles Qos 'p110<:1p10s básicos para escribir una carta. Una carta
brotes de algunos de los cuales tenían el tamaño de
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