Page 25 - Autobiografia de mi Madre v.2
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hablaba en in g lés, su boca empezó a retorcerse alrede hombre que ya era importante con su hijita, a lomos de
dor de las palabras que estaba pronunciando en una un burro, al final del día, un día corriente, un día sin nada
mueca que le hizo aparecer ante mi como al ien bue especial si tú contabas menos que una mota en una p á
gu
no, atractivo ) incluso carifioso. Comprendí lo que me gina impresa. Oía la respiración de nú padre; no era la
{Ujo: ahora tenia una casa para mí, una buena casa; me respiración que daba aliento a mi vida. De ve;¿ en cuan
gustaría su esposa, mj nueva madre; me quería tanto do n1i nuca tocaba su ped10 oía el latido de su corazón
)
como a sJ mismo, q uizá más ) porque le recordaba a a través de la canúsa, de aquel uniforme que asustaba a
alguien a quien sin duda habfa querjdo mcás que a sí mis la gente cuando le veían acercarse con él puesto; pues la
mo. l\ilc encant'lrfa mi nueva casa; iba a adorar e1 ciclo presencia de al g uk,11 que llevara aquellas ropas casi nun
sobre mi cabeza y la tierra q ue pisaba. ca si g nificaba nada bueno. Pero en m, vida, en aquel
H
Pronunció la palabra (<amor con tal frecuencia q ue momento, su presencia era benéfica; resultaba terrible
acabó pot convertirse para 11ú corazón de siete años de q ue no hubiera pensado en cambiarse de ropa; era terri
edad, para mi mente de siete años de edad, en un indi ble gue yo notara que no lo había hecho, era terrible que
cio de que tal cosa no existía. Los ojos de mi padre se una cosa así fuera importante para mí.
hacfan diminutos y luego volvían a agrandarse; éJ crefa Asumí de inmediato esta nueva experiencia --dejar
en lo que estaba diciendo, que se trataba de algo bueno, atrás et pasado definitivamente, trasladarme de un lu
porque yo no lo creía así. Pero no haría nada por dete gar a otro sabiendo que todo lo que había vivido
ner aquella evolución, aquella novedad, aquella q uedaría segado en ese punto para siempre- como si
oportunidad de alejarme de allí; y no es que le nevera, . se tratar-a de un regalo de fa naturaleza, como si fuera
pero no tenía ninguna razón para oponerme, nin guna ley de vida. Éste, el más simple de los actos, dar la
razún de peso. Aún no era tan dnka -como para pensar espalda a algo, es una de las cosas más difíciles que se
que todo lo que ofa escondía en el fondo otra realidad ' ._ -puedan hacer, pero una vez Consumado cuesta creer
la auténtica verdad. que te haya resultado duro en absoluto. Yo no había
Le di las gracias a Eunice por haber cuidado de mí. �.ido capaz de hacerlo sola l p ero me dab:a cuenta de
Nuera sincera, no podía ser sincera, no sabia cómo ser ;. · q ue sí había desencadenado una serie de aconrecimien
sincera al decir algo así, pero si lo dijera ahora sí sería ( ºS que lo habfan hecho p osible. Si por alguna razón
sincera. No me despedí; en el mundo en que vivía en > 1ne hubiera vuelto a encontrar sentada en aquella
tonces, y también en el mundo en el que vivo ahora, las ;;'.'1elá escuela, o sentada de nuevo en el patio de
despedidas no existen, es un mundo pequeño. Todas �/-?�rt_niendo en su cama, comiendo con sus hijos,
mis pertenencias cupieron en una mochila de muselina ) le eso habría ejercido sobre mí una influencia tan po
gue él metió en la bolsa que cargaba el burro que le ';(�trosa como antes, no habría tenido el poder de
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había llevado hasta allí. Me montó en el burro v él se f.j¡ erme sentir desamparada y aver g onzada de mi pro
sentó detrás de mí. Ésa era la imagen que ofre�íamos ' . desamparo.
mientras le daba la espalda a la pequeña casa en la que ;,J;1íentras cabalgábamos, yo no podía ver la expre
había pasado los primeros siete años de mi vida: un rosm, de mi padre, no sabía lo gue estaba
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